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Litografía de la novedosa torreta artillada del buque.
La batalla del 'Huáscar'

La batalla del 'Huáscar'

Hace 140 años, Chile arrebató a Perú este acorazado y el dominio de los mares en la Guerra del Pacífico.Hoy es un museo naval y objeto de disputa entre ambos países

ANTONIO CORBILLÓN

Lunes, 14 de octubre 2019, 09:27

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Hay botines de guerra que hacen más daño por su valor simbólico que material. Chile, Bolivia y Perú se miran de soslayo desde hace casi siglo y medio, cuando la Guerra del Pacífico (1879-1884) les enfrentó por el dominio de los puertos del océano. Un conflicto que terminó con la victoria chilena frente a la alianza de sus vecinos y la pérdida de la salida al mar para los bolivianos. Esta semana se han cumplido 140 años del apresamiento del 'Huáscar', un acorazado orgullo de la marina peruana y que hoy vive una plácida jubilación como museo naval en la base chilena de Talcahuano, 500 kilómetros al sur de Santiago de Chile.

La paz y el tiempo transcurrido no han acabado de diluir las rencillas vecinales. Y la exhibición del 'Huáscar' como orgulloso botín por parte de los chilenos no ayuda. Cada año, cuando se aproxima esta fecha, se escuchan los mismos argumentos. En España nos suenan familiares.

«Lo importante es que no sea más un motivo de división sino un elemento de unión, fraternidad y reconciliación», explica el historiador y académico de la Universidad de Chile Sergio Grez Toso. Este profesor promovió en 2007 el comité Devolvamos el 'Huáscar'. Es una de las pocas voces conciliadoras que se pueden escuchar en Chile frente a una mayoría que considera un anatema devolver el viejo barco.

Se botó para luchar contra la 'madrastra' España, pero fue decisivo en las rencillas de la región

El 'Huáscar' todavía es el segundo acorazado a flote más antiguo del mundo, sólo por detrás del 'HMS Warrior' inglés, que también es un museo naval en Portsmouth. Fue un encargo del Gobierno peruano a un astillero británico, que les entregó el buque en 1866. Su nombre fue un homenaje a uno de los hijos del inca Huayna Cápac, hermano de Atahualpa, el último emperador antes de la dominación española. El buque fue adquirido para defender a las nuevas repúblicas sudamericanas de los últimos embates de la antigua metrópoli española. Pero acabó implicado en «una guerra entre repúblicas fraternas desgajadas del imperio fundado por Carlos V y Felipe II», resume el profesor del Centro de Estudios Chilenos de la Universidad de Chile, Pedro Godoy.

En sus 65 metros de eslora y 1.100 toneladas de peso destacaba una torre de artillería giratoria en su segunda cubierta. Un auténtico avance en materia bélica. De hecho, «hasta el 8 de octubre de 1879 Perú es imbatible en el océano», recalca Godoy.

Sin embargo, un navío concebido para defender a las jóvenes naciones de su 'madrastra' acabó siendo un elemento clave en sus propios litigios regionales. Perú se involucró en la Guerra del Pacífico en abril de 1879 para cumplir un tratado de defensa que había firmado con su aliada Bolivia. Desde su nacimiento como país, éste último tenía una amplia salida al mar, que hacía frontera con Perú al norte y Chile al sur. De hecho las minas y salitreras chilenas del desierto de Atacama usaban sus puertos.

Azote del océano

Cuando el Gobierno boliviano impuso un nuevo gravamen de 10 centavos por quintal de salitre, las tropas chilenas invadieron el territorio. Entraron, ganaron y se quedaron. Trazaron nuevos mapas que 'arañaron' 120.000 kilómetros cuadrados y 400 kilómetros de litoral a sus vecinos del altiplano.

En el arranque de las hostilidades, el apoyo del 'Huáscar' a la alianza entre Perú y Bolivia jugó un papel clave. Su condición de buque monitor -ni muy veloz ni muy grande, pero dotado de una torreta artillada con dos piezas de grueso calibre- lo hacía muy maniobrable y se convirtió en el azote de las líneas chilenas. «Entre sus hazañas figura desbloquear Iquique, corazón de la entonces provincia peruana de Tarapacá. En ese operativo hunde a espolonazos a la goleta 'Esmeralda'», rememora Pedro Godoy.

En la defensa del barco hundido muere Arturo Prat, desde entonces héroe naval chileno, cuya leyenda ha crecido con los años. No menos la de su rival Miguel Grau, que capitanea el 'Huáscar' y manda rescatar a los náufragos del 'Esmeralda'. Conocido por esta acción como el 'caballero de los mares', una encuesta popular eligió a Grau como peruano del milenio en 1999. Se da la circunstancia de que ambos habían combatido juntos una década antes contra los españoles.

Durante seis meses, el 'Huáscar' fue amo y señor de las aguas y pospuso los combates de tierra. La exasperación de los chilenos hizo que su captura se convirtiera en una prioridad. Pero la suerte cambió el 8 de octubre de 1879. En la batalla de Angamos, el Trafalgar andino, los chilenos abordaron el barco. Los peruanos lucharon hasta el último momento. A medida que sus comandantes iban cayendo, un nuevo mando los reemplazaba. Hasta que el último ordenó abrir las válvulas para hundir la nave. Los asaltantes lo evitaron. En la refriega previa, un proyectil impactó en el puente de mando que ocupaba Miguel Grau. Del comandante solo quedó un trozo de una pierna.

Con este triunfo, Chile logra el control del Pacífico y sus puertos. «El 'Huáscar' se incorpora a la Marina de Chile. Conseguido el predominio del mar, aprovechando la inestabilidad política peruana y el abandono de la confrontación por Bolivia, Santiago triunfa», resume desde la capital chilena el historiador Pedro Godoy.

Un barco, dos mitos

El barco sirvió a su Armada hasta 1897, cuando fue dado de baja. A mediados del siglo XX comenzaron las labores para convertirlo en un museo flotante. La idea fue devolver al barco el aspecto que tenía durante la Guerra del Pacífico. Y tratar de «honrar a los marinos de ambos bandos». No en vano, por su control habían muerto Prat y Grau, los capitanes más emblemáticos de ambas escuadras en toda su historia.

Pero esto, lejos de ayudar, parece hacer imposible cualquier entendimiento un siglo después. «El 'Huáscar' y su tripulación son para nosotros una sola cosa: es el Perú en el mar. El heroísmo de los marinos por defender su patria», valoraba estos días el actual director del Museo Naval del Perú, contralmirante Francisco Yábar.

Después de tantas tribulaciones, el viejo buque vive un retiro plácido atracado en Talcahuano. Cuenta con una pequeña tripulación que se encarga de mantenerlo en buenas condiciones que justifiquen los mil pesos (1,20 euros) que cuesta la visita. En 1995 recibió el Maritime Heritage Award, un galardón internacional que premia el patrimonio marítimo. Dos monolitos honran las memorias de Arturo Prat y Miguel Grau. Hoy, sigue siendo uno de los museos más visitados de todo Chile.

Los tibios esfuerzos desde un lado y otro por devolver el barco a sus dueños han chocado con lo que el promotor del comité Devolvamos el 'Huáscar', Sergio Grez Toso, llama «rencillas de un pasado de división y enfrentamiento entre los pueblos». Pero «no florece aún en Chile una escuela revisionista de esa confrontación», lamenta su colega Pedro Godoy.

Todavía hoy, las fechas clave de aquellas batallas son fiesta nacional en ambos países. El conflicto por un simple barco también hace recordar a toda la región que el territorio donde prendió la mecha, Bolivia, sigue reclamando una salida al mar. La Corte Internacional de Justicia cerró todas las vías hace un año. Desenclaustrar a Bolivia y devolver a Perú el 'Huáscar' parecen dos caras de una moneda que nunca se acuñará.

360 grados

360 grados giraba la torreta artillada con dos cañones que montaba en su proa el 'Huáscar'. Solo disparaba por la banda de estribor porque las complejas maniobras de giro desestabilizaban el barco. El capitán chileno Arturo Prat (izquierda) murió en 1879 tratando de apoderarse del buque después de que hundiera a cañonazos y espolonazos el suyo, el 'Esmeralda'.

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