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El aseo  de David

El aseo de David

TEXTO: CARLOS BENITO FOTOGRAFÍA: MAURIZIO DEGL'INNOCENTI/EFE

Domingo, 6 de marzo 2016, 11:21

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El 'David' de Miguel Ángel, bello e imperturbable, es como un modelo de élite al que están acicalando antes del desfile: la restauradora se concentra en aspirar delicadamente el polvo de sus rizos, en un ritual privado que, con su utilería de andar por casa, parece resaltar todavía más la perfección de la escultura. Desde 2005, David se somete a un aseo completo cada dos meses, un mimo que cuesta 20.000 euros al año y que, seguramente, agradecería con una sonrisa si gozase de esa facultad. Porque lo cierto es que al sereno coloso no siempre lo han tratado tan bien: sus carnes de mármol todavía guardan señales del baño de ácido clorhídrico que le brindó en el siglo XIX otro restaurador, Aristodemo Costoli, con el propósito de limpiarle la costra de siglos.

No son las únicas cicatrices de una estatua que ha sufrido lo suyo desde que Miguel Ángel la extrajo de la roca, hace algo más de quinientos años: la lluvia de piedras de algunos florentinos escandalizados por su desnudez, la fractura de un brazo durante una revuelta del siglo XVI o, en fin, los martillazos que le propinó a principios de los 90 el artista envidioso Piero Cannata, incapaz de tolerar tanta maravilla. Hasta el magnífico David es vulnerable a los golpes y, sobre todo, a los estragos que va causando, sigiloso e implacable, el Goliat del tiempo.

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