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Stonhenge bajo un manto de nieve. :: Kieran Doherty / Reuters
El misterio eterno de Stonehenge

El misterio eterno de Stonehenge

Bajo el enigmático monumento megalítico británico podría haber al menos otras quince construcciones rituales

MIGUEL LORENCI

Lunes, 25 de agosto 2014, 09:27

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Lejos de resolverse, el enigma sobre la función y el origen de la construcción megalítica de Stonehenge no deja de acrecentarse. Bajo el misterioso conjunto de milenarias piedras de Wiltshire podría haber otra quincena de monumentos, muy posiblemente de uso ritual, según sugiere una reciente investigación calificada de «revolucionaria» por varios medios británicos.

Un equipo de arqueólogos británicos y austriacos ha llevado a cabo el primer estudio del subsuelo de la zona que rodea al milenario enclave y los resultados son «sorprendentes y revolucionarios», según un artículo publicado por el Instituto Smithsonian. Durante cuatro años se ha desarrollado una investigación conjunta de la Universidad de Birmingham y del austriaco Instituto de Prospección Arqueológica Ludwig Boltzmann. Los técnicos estudiaron el subsuelo con georradares y magnetómetros, herramientas empleadas por geofísicos y en investigaciones forense y criminales que permiten obtener imágenes con información muy rica y detallada del subsuelo.

Vince Gaffney, arqueólogo en la Universidad de Birmingham y director el estudio, señala a la vista de los primero datos que posiblemente haya en el entorno de Stonehenge «otros 15 monumentos neolíticos desconocidos hasta la fecha». Estas ignotas construcciones incluirían estructuras arquitectónicas denominadas 'henges' -túmulos, hoyos y zanjas-, que albergaría información muy valiosa sobre el fantasmal y milenario yacimiento. Los hallazgos sugieren, según Gaffney, que Stonehenge no fue un monumento aislado en un paisaje virgen, y que había mucha actividad humana en su entorno. El arqueólogo reitera que el círculo de piedra estaba en el corazón de un recorrido ritual y litúrgico hace más de 4.000 años.

Para corroborar sus hipótesis sería necesario excavar en el área analizada, más de cuatro kilómetros cuadrados, pero Gaffney está convencido de que hacerlo arrojaría mucha luz sobre el uso del inquietante complejo de Stonehenge.

Permitiría acaso desvelar algunos de sus secretos y responder a preguntas que llevan siglos intrigando a arqueólogos y científicos ¿Fue Stonehenge un templo, un parlamento, o un cementerio? ¿Era un lugar de sanación o sacrificio o un observatorio astronómico? ¿Cómo sus piedras azuladas, con un peso de entre cuatro y ocho toneladas, llegaron hace casi 5.000 años desde el norte de Gales, a 170 kilómetros de distancia? Nada se sabe a ciencia cierta, aparte de que hubo enterramientos humanos y que las piedras se alinearon siguiendo criterios astronómicos. Se sabe también, por la composición química de los huesos de animales hallados y el origen de las piedras, que hace miles de años los pobladores de las isla británicas peregrinaban cientos de kilómetros para visitar Stonehenge, sin que nadie puede afirmar con certeza por o para qué.

Gaffney mantiene intacto su asombro ante esta suerte de catedral megalítica que intriga al mundo desde que en 1620 el duque de Buckingham hiciera excavar su centro y que concita a curiosos de todo el universo, en especial durante el solsticio de verano.

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