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Una lentilla deja sin rival a Nadal en el 'Masters'
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Una lentilla deja sin rival a Nadal en el 'Masters'

Djokovic arrancó el encuentro con brío antes de ofuscarse con sus dudas y mal acabar el partido con un ojo lastimado

IÑIGO GURRUCHAGA

Jueves, 25 de noviembre 2010, 04:30

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Rafael Nadal y Novak Djokovic no se habían enfrentado desde que en setiembre las pistas de Nueva York parecieron decidir sus futuros destinos. En aquella superficie -parecida a la de aquí, en Londres- que nunca fue la preferida del español, Nadal ganó en cuatro sets por primera vez el Abierto americano y su derecho a que nadie ponga en duda que es el número uno. Y Djokovic quedó con la sospecha que le inquieta aún más adentro: que la fortuna le ha deparado jugar en el circuito toda su vida con un rival con un año más de edad y que le cierra las puertas.

De la película que los torneos de la ATP van contando sobre las alegrías y decadencias de los mejores tenistas del mundo se había elegido para este partido un episodio sin sentido; que era la revancha de aquel en Flushing Meadows. Pero la peli era otra. Sobre el telón de fondo que pintan siempre estos campeones -ganar cada partido, cada torneo- el serbio se probaba de nuevo como ganador en vísperas de la Copa Davis y Rafa se metía en el cuerpo otro partido aquí sabiendo que tenía otra oportunidad- ganar a Tomas Berdych el viernes- para meterse en la batalla final.

Pareció Djokovic más caliente en los primeros tantos del partido. Aunque su primer servicio no entraba, sacó bien el segundo y movió a Nadal, que pareció falto de ritmo. Pero defendió con su testarudez de siempre y en el cuarto juego rompió al serbio en el desempate, tras ganar el 15-30 y el 30-40 con la variedad de golpes a todas las distancias y ángulos que confirmaban su plena forma. El rival pareció carcomido de nuevo por las dudas y reproches que suelen asaltarle. Hasta el juego siguiente, cuando atacó el servicio de Nadal y le dominó con clase y autoridad.

Servía el zurdo de Manacor para el 4-4 cuando a su rival se le enredó una lentilla y poner en orden sus cosas le obligó a un parón y a otro más largo poco después. Se enfrió el partido y la arena.

Al tullido se le fue el servicio en 5-5 con un juego sin ángel. Y Nadal ganó el que le dio el set con Djokovic ya sin saber si veía o no veía cuando perdía los puntos. La ATP, con 17.000 espectadores en el gran teatro nocturno y unos cuantos más ante las teles del mundo, decidió ante el flagrante desbordamiento de los tres minutos reglamentarios para paradas por asistencia médica que era en realidad una parada por fallo de equipamiento, que da más tiempo. Se trataba de disfrutar.

Casi cegado

Pero no mereció la pena. El partido había sido cegado y si el oftalmoscopio sería capaz de atravesar la córnea de Djokovic para auscultar su alma podría explorar allí si hay alguna razón además de la mala suerte para que ocurran estas cosas en los partidos del serbio. Los juegos del segundo set avanzaron hacia la nada. Fue un pimpampún sin gracia, que deja a Nadal a los pies de la semifinal, el máximo escalón al que ha llegado nunca en estas finales de Maestros.

Ahora, el checo Tomas Berdych espera con «muchas ganas» el encuentro del viernes ante Nadal y se siente satisfecho con la oportunidad de culminar la temporada ante el número uno del mundo.

«Para mí, es el mejor programa para la semana jugar posiblemente el último partido de la temporada contra el número uno o, si lo hago bien, entonces batir a Rafa y tener la oportunidad de progresar en este torneo», confesó el sexto clasificado para las Finales de la ATP, único debutante en esta edición».

A Nadal le bastará con hacer un set ante Berdych, aunque perdiera el partido, para pasar como líder de grupo y evitar el cruce con Federer en las semifinales de la histórica cita londinense.

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