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De refugio franciscano a corral de gallinas

a. a.

Domingo, 15 de octubre 2017, 00:09

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Los condes de Alba de Liste (Enrique Enríquez de Mendoza y su mujer, María de Guzmán y Figueroa) empezaron a construir el convento de San Antonio de Padua en el año 1476, y fue ampliándose en diferentes etapas posteriores. Está a la salida de Garrovillas de Alconétar en dirección a Navas del Madroño, y entre otros, ayudó a levantarlo Pedro de Ibarra, uno de los maestros más apreciados de su época. Fue monasterio franciscano hasta la desamortización del año 1836, que supuso la exclaustración de los frailes. Salió a subasta y se vendió por un lado la huerta y por otro el edificio dividido en varias partes. Desde entonces ha servido como fábrica de paños, herrería, establo para vacas u ovejas y corral de gallinas.

Durante décadas fue lugar de juegos para los niños de Garrovillas. Gracias en gran modo a la labor de concienciación social desarrollada por la plataforma SOS Salvemos el convento, hace ya varios años que no aparecen nuevas pintadas. Aunque sí es habitual que el convento –sus puertas están abiertas porque los cierres que el Ayuntamiento ponía eran destrozados– aparezca como fondo en las fotos que algunos jóvenes publican en redes sociales, sobre todo en Facebook e Instagram.

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