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FÉLIX BARROSO GUTIÉRREZ
Jueves, 30 de noviembre 2017, 07:47
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En viejos legajos de un 'Interrogatorio de la Provincia de Estremadura', fechado en 1791, el alcalde de Pinofranqueado, Domingo Martín Azabal, da cuenta de la feria que se celebra en dicho concejo hoy, día 30 de noviembre, festividad de San Andrés. Y refiere que, junto al río, había rodeo de ganados, con cabezas de ganado vacuno, cabrío, de cerda y caballerías. Seguro que allí estarían presentes aquellas vacas 'cachánah', totalmente extinguidas, y de las que se dice en otros documentos que eran muy recias para labrar los 'rózuh' (terrenos rozados y quemados en la montaña, para sembrar el centeno). Igualmente, las famosas cabras 'lanécah', de las que quedan escasos ejemplares, con cuyas 'lánah' (pelos), que les cubrían profusamente sus ancas, hacían los jurdanos fuertes sogas y unas capas para guarecerse de la lluvia, llamadas 'ságuh'.
Y si a la orilla del río de Las Ferrerías (conocido después como río de los Ángeles) estaba el rodeo, en la plaza Mayor y otras calles adyacentes se montaban tenderetes relacionados con los 'javíuh' (utensilios, condimentos, especias...) para la matanza del cerdo. Comerciantes y artesanos de diferentes comarcas extremeñas y salmantinas se desplazaban a esta feria que tenía gran eco por amplias zonas. Hoy en día, ya no hay rodeo pero sí un enorme mercado que se extiende no solo por la Plaza mayor, sino por diversos barrios del pueblo.
Las Hurdes enteras se vuelcan en esta jornada, así como numerosos forasteros. Las calles se alegran con los sones de los tamborileros de la comarca, animando al personal a marcarse algún 'picau jurdanu', alguna 'charrá', alguna 'jaba' o la famosa 'jota de doh pásuh'. Un territorio tan mágico y tan legendario como el de Las Hurdes muestra, como no podía ser por menos, en este día otros tenderetes herederos de la sabiduría curanderil de los habitantes de estas montañas.
Allí estará presente Cirilo Marcos Domínguez, de la saga jurdana de 'Loh Píchuh', con su famoso Ciripolen. O Conrado Crespo Duarte, de la alquería de El Cerezal, con su gama de productos Crelor. Sabores y olores mil, vocerío de los mercaderes, buena 'polienta' (vino casero) y mejores aperitivos por las tabernas y toda una exhibición y demostración de fuerza y maña a la hora de 'pilal' (descascarillar) las castañas, admitiéndose a todos los voluntarios que tengan arte para golpear el saco y zarandear la artesa.
En resumidas cuentas, una feria en su propia salsa, enmarcada en un cromatismo otoñal y serrano que es todo un hito en 'ehti benditu méh, que encomienza pol loh Sántuh y termina pol San Andréh'.
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