62 niños, nacidos en 2017, apadrinan un árbol en Casar

En una jornada lluviosa, las diminutas manos de Claudia del Rocío palmeaban sin parar. Su sonrisa la delataba. Esta casareña, que el pasado 23 de enero cumplió su primer año de vida, se mostraba feliz, pese a no saber el significado del encuentro al que asistió con sus padres, Abraham y Eva, sus abuelas y su bisabuelo.

Claudia dará nombre a un árbol. No será excepcional: 524 árboles ya tienen una placa con el nombre de niños casareños como Claudia. «De esta forma crecen con el árbol y muchos de ellos lo visitan y lo sienten como algo suyo», señalaron algunas familias.

El mal tiempo impidió celebrar este acto al aire libre, uno de los más importantes que se celebran anualmente, según indicó el alcalde, Rafael Pacheco. Así que hubo que improvisar, y las decenas de familias invitadas fueron convocadas en una de las salas que alberga el centro de ocio y cultura. La Banda municipal de música les dio la bienvenida con varios de sus temas. «La música de la banda siempre indica que se celebra un acto importante», manifestó Pacheco.

De los 62 niños que recibieron este regalo, 42 residen en Casar de Cáceres. Los otros veinte son de otros pueblos y ciudades, pero sus padres, abuelos o tíos tienen vínculos con el municipio. «Hemos venido a recoger la placa del niño de mi prima que vive en Barcelona, se llama Ferrán», dijo ilusionada Laura Gómez.

El pequeño Pablo también acudió a recoger su árbol, junto a sus padres Ángel María y Gema, y su hermana Lucía, quien hace seis años ya tuvo la oportunidad de vivir esta misma experiencia.

Noa y otros pequeños, sin embargo, dormían justo en el momento en el que se entregó a sus padres la placa que lleva su nombre. La lista de nombres pronunciada por el alcalde como homenaje a los más pequeños son de las que gusta escuchar una y otra vez. Fueron nombrados Manuela, Triana, Lara, Lucía (tres niñas nacidas en 2017 llevan ese nombre), Jorge, Nadia, Mía, Julia, Hugo, Mara, Paula, Noa, Mario o Jara, entre otros muchos, y ya figuran en el bosque de los nacidos de la localidad. Un árbol da fe de cada uno de ellos.