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Monfragüe con Unamuno

Monfragüe con Unamuno

Un parque en exclusiva. Durante unas semanas, será una reserva solo para extremeños

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Miércoles, 3 de junio 2020, 08:15

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Venimos de recorrer Alange con Larra y ahora vamos a pasear por Monfragüe con Unamuno. Hasta dentro de unos días, Monfragüe es un parque nacional solo para cacereños. Después, será solo para extremeños porque en las provincias limítrofes del norte y del este seguirán en una fase menor así que aprovechemos la exclusividad y anotemos este destino para nuestro verano de turismo interior.

Cuando la ornitología no estaba de moda, los partidos animalistas eran una quimera y la aparición de un ave rapaz en el cielo se saludaba con avisos de catástrofe al grito de: «¡Milano, milano!», para evitar que se llevara las gallinas. En ese tiempo no tan lejano, un joven francés llamado Maurice Jhonson se ahogó en el Tajo al intentar salvar un ave rapaz. En su honor, existe una senda paralela al río que recibe el nombre de Ruta de la Fuente del Francés. Cuando me acerco a Monfragüe, me gusta sentarme en uno de los bancos de madera que jalonan esa ruta para homenajear a Maurice mientras la parsimonia del río transmite paz y armonía y el trino de los pájaros, el planear de los alimoches y el vuelo estiloso de las rapaces nos recuerda que el paraíso existe y está muy cerca.

Unamuno era muy borde y dijo cosas de los extremeños tan desagradables como ciertas. Sin embargo, al pasar por Monfragüe, don Miguel solo tuvo palabras de admiración. «Para ir de Plasencia a Trujillo hay que cruzar el río Tajo, y se le cruza por el puente llamado del Cardenal, junto a la confluencia del Tajo con el Alagón. Hermoso rincón de nuestra España este del puente del Cardenal y muy característico», escribe y confunde el Alagón con el Tiétar, que nadie es infalible, pues el Tajo y el Alagón se unen sí, pero 60 kilómetros más abajo, entre Alcántara y Ceclavín.

Hasta el año 1927, los viajeros que querían ir de Cáceres a Salamanca solo tenían dos opciones para cruzar el Tajo sin coger una barca: el puente de Alcántara o este puente del Cardenal, enclavado en un paraje idóneo para el bandidaje y el asalto a los viajeros. Por esta razón, el rey Carlos III mandó levantar en el siglo XVIII el poblado militar de Villarreal de San Carlos, donde se estableció una guarnición de soldados cuya misión era proteger el paso del puente. Los pabellones militares de Villarreal han sido sustituidos por diversas edificaciones asimiladas al entorno, donde se puede dormir, comprar o comer.

En su viaje de Plasencia a Trujillo, Unamuno se siente tan fascinado como cualquier viajero de hoy ante El Salto del Gitano. Don Miguel emplea el nombre antiguo, menos turístico, más descriptivo: «Muy cerca del puente atravesamos las Portilleras, unos enhiestos peñones donde los buitres hacen nido, que dejan entre sí paso al cauce del río». ¿Qué hubiera escrito el rector de Salamanca sobre los aparatosos objetivos fotográficos con que los aficionados observan y retratan el vuelo de buitres y cigüeñas?

Dejando el coche en este punto, se pueden seguir sendas que ascienden hasta el castillo o que recorren el parque. En estos días, es difícil cruzarse con alguien, lo que hace más cómodo el camino por estos parajes que animaron a Unamuno a romper tópicos y escribir la verdad: «En Extremadura hay valles que superan en verdor, en frescor y en hermosura a los más celebrados del litoral cantábrico».

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