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Miguel ángel marcos
Miércoles, 18 de septiembre 2019
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Confirmado: el dolmen de Guadalperal, considerado por los expertos como uno de los mejores y más antiguos ejemplos de la arquitectura megalítica, está datado hace 7.000 años, proseguirá bajo las aguas del pantano de Valdecañas.
Al menos de momento, a tenor de la comunicación que realizan los ministerios implicados en su futuro. En ella aseguran se han iniciado los trámites para la incoación del conjunto megalítico como bien de interés cultural (BIC) y que la Junta de Extremadura y los ministerios de Cultura y Deporte y de Transición Ecológica han constituido un grupo de trabajo cuyo cometido es el diseño, dirección y seguimiento del plan de acción que permitirá la recuperación de este conjunto megalítico. «Todos los expertos han considerado que el traslado del conjunto megalítico en este momento supondría una pérdida irreversible del contexto histórico-arqueológico», aseguran.
Sin embargo esta valoración no la comparte el presidente de la asociación Raíces de Peraleda, colectivo que dio la voz de alarma por su estado, reclamando a las autoridades que recuperasen el dolmen y lo ubicasen en una zona anexa al embalse, donde pudiese ser estudiado por expertos y visitado por turistas, poniendo en valor el patrimonio del que dispone la zona, como en su día se hizo con los conocidos como Mármoles de Talaverilla.
El presidente de Raíces de Peraleda, Ángel Castaño, lamenta esta decisión argumentando que si tal y como la propia administración reconoce «constituye un extraordinario ejemplo de construcción megalítica» es incomprensible que el monumento «quede abandonado a su suerte».
No obstante, desde la Administración central aseguran que al poco de emerger de las aguas empezaron a trabajar sobre el conjunto. «El grupo de trabajo ha diseñado dos fases de actuación para garantizar su conservación y convertirlo, al mismo tiempo, en un recurso turístico para la zona», señalan.
La primera fase, iniciada en agosto, consiste en el reconocimiento y documentación exhaustiva del conjunto y de su estado de preservación, con la visita los días 3 y 10 de este mes de técnicos del Instituto de Patrimonio Cultural de España (IPCE) para tomar muestras de las piedras, actualmente en laboratorio. También se habría realizado un escaneado en láser 3D para disponer de una planimetría actual de máxima precisión.
Entre estas primeras medidas se encuentran proteger el sitio con sacos de arena, estabilizar y consolidar las piedras más desplomadas y balizar la zona.
Aquí Castaño se remite al informe de la Asociación Geológica de Extremadura, que advierte que si el dolmen se queda en el agua la mitad de los ortostatos (losas verticales) se desmoronarán en unos cuantos años, y el resto se irá cayendo al precipicio según la plataforma continúe desmoronándose como está ocurriendo ya. «Ni los sacos de arena ni ninguna otra medida podrán evitar ese futuro seguro si el monumento se deja en el agua», concluye.
La segunda fase prevista contempla un programa de recuperación y puesta en valor del sitio con análisis de riesgo y de conservación del yacimiento y de su contexto arqueológico y territorial.
El grupo de trabajo anteriormente citado está formado por los mayores especialistas españoles en arqueología megalítica, entre los que se encuentran Rodrigo Balbín y Primitiva Bueno, de la Universidad de Alcalá de Henares; Enrique Cerrillos, del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC); Bartolomé Ruiz, director del Conjunto Arqueológico de los Dólmenes de Antequera; también técnicos del IPCE.
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