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La iglesia es renacentista, con bóveda de crucería. lorenzo cordero
La Junta recibe en donación el convento de San Antonio de Padua de Garrovillas

La Junta recibe en donación el convento de San Antonio de Padua de Garrovillas

La Consejería de Cultura iniciará en mayo las obras para limpiar y proteger el monumento, una joya arquitectónica del siglo XV en estado de ruina

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Martes, 11 de febrero 2020, 08:14

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El convento de San Antonio de Padua, en Garrovillas de Alconétar, ya es público. Tras años de gestiones, sus dueños lo han donado gratuitamente a la Junta de Extremadura, que en mayo empezará a cambiarle la cara, tratando de revertir décadas de abandono y vandalismo.

En tres meses comenzarán las obras para limpiar el recinto, consolidar las estructuras más amenazadas -algunas, como los paramentos, presentan riesgo de derrumbe- y cerrarlo, para que gane en seguridad. Se trata, en definitiva, de proteger el espacio, una joya arquitectónica del siglo XV muy apreciada por los expertos que la conocen. Hace años que diferentes instancias políticas y sociales, locales, provinciales y autonómicas, vienen reclamando una solución que evite que el lugar acabe muriendo, de ahí que el cambio de titularidad haya sido saludado como un logro histórico que debe marcar el inicio de una nueva etapa.

Convento franciscano fundado en el año 1476 por los primeros condes de Alba de Liste (Enrique Enríquez de Mendoza y María Teresa de Guzmán), fue reformado y ampliado en el siglo XVII por Luis Enríquez de Guzmán, virrey de Perú. Más tarde «fue desamortizado, y en enero de 1843 fue destruido por los propios vecinos de Garrovillas, que buscaban en él supuestos tesoros», explica la asociación Hispania Nostra en su Lista Roja, una recopilación del patrimonio español más descuidado, en la que el convento extremeño figura desde el año 2007.

Está situado a la salida del pueblo, en la carretera que va a Navas del Madroño, y entre los que ayudaron a levantarlo figura Pedro de Ibarra, uno de los maestros más apreciados de su época. Tras la desamortización, salió a subasta y se vendió por un lado la huerta y por otro el edificio, a su vez dividido en varias partes. En la última etapa en la que tuvo uso, sirvió como fábrica de paños, herrería, establo para ganado y corral de gallinas.

Desde hace décadas, la fotografía del lugar es la de un espacio en ruinas, tomado por la basura. Aún así, continúan visibles algunos de los signos que dan pistas sobre la grandeza que tuvo. Quedan restos de su iglesia renacentista, de una sola nave, ábside poligonal y bóveda de crucería. El claustro, también renacentista, exhibe pilares cuadrados de sillería y arcos de medio punto, y una galería de columnas de orden toscano.

Antes de la donación gratuita, el convento tenía una treintena de propietarios, y ha llevado años encontrar todos los títulos de propiedad. Una vez formalizada la cesión, solo falta que Hacienda inscriba el cambio en su registro, un trámite que se solventará en las próximas semanas.

Al margen del proyecto para proteger el monumento -fue redactado hace unos años pero no se llevó a la práctica-, la Junta iniciará la elaboración de un plan director, que detallará el valor y el estado del conjunto. Y no solo eso. También planteará una reflexión sobre sus posibles usos, según explicó el pasado el pasado 29 de diciembre Francisco Pérez Urban, director general de Bibliotecas, Archivos y Patrimonio Cultural. Lo dijo durante su comparecencia en la comisión de Cultura, Turismo y Deportes, para responder a la pregunta planteada por Marta Pérez Guillén, diputada de Ciudadanos.

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