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Procesión de los cofrades el día de Navidad. :: j. d. a.
En Galisteo se vive una singular Navidad protagonizada por la Cofradía del Niño-Dios

En Galisteo se vive una singular Navidad protagonizada por la Cofradía del Niño-Dios

JULIÁN DOMÍNGUEZ ALONSO

Miércoles, 19 de diciembre 2018, 08:28

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En la villa de Galisteo se fundó, hace más de cuatrocientos años, una cofradía formada por treinta y tres hombres cuya finalidad era «hacer viva representación del nacimiento del Mesías». Así consta en sus estatutos que datan la efemérides en el siglo XVII, aunque es muy probable que la fundación de tal hermandad religiosa ocurriera en plena Edad Media, según han apuntado algunos estudiosos del tema.

Lo más extraordinario de dicha cofradía es su rigor a través de los años, de los siglos. Cada una de las ordenanzas de sus estatutos se respetan y cumplen por todos, ya sean cofrades o vecinos del lugar. Su indumentaria es hermosa y tradicional: la capa española, que en muchos casos pasa de padres a hijos o nietos, pues no es raro que miembros de distintas generaciones de la misma familia pertenezcan o hayan pertenecido a esta hermandad religiosa. Además de la capa, para asistir a los actos religiosos, se acompañan de una gran vela o blandón que llevan encendida.

No menos extraordinario es la variedad de actos con que la cofradía hace esa «viva representación del nacimiento». Desde el día de Nochebuena hasta el de Reyes, Galisteo vive inmerso en un sentir navideño permanente: cuando no es 'la caja' -el gran tambor de la cofradía- avisando por la calle a ensayo o en alguna procesión, son las grandes castañuelas que en la noche suenan tan bonito en 'las rajas', o las cantoras con el cántaro de arcilla golpeado en la boca con la boina, como si fuera una enorme zambomba, para que el villancico suene a gloria en la misa mayor.

Los numerosos actos empiezan el día de Nochebuena. Rayando las diez de la noche, tras celebrar cabildo, los cofrades salen por las calles a cantar y bailar 'las rajas'. Jesús ha nacido y hay que comunicarlo a las gentes de bien. Nada más hermoso que los villancicos propios que tiene la cofradía para tal fin. El pueblo recibe la noticia con alborozo y también canta y baila acompañando a los cofrades. Hacen sonar grandes castañuelas y la caja, que marca el ritmo. Bailan dando saltos, de una forma muy sentida y primitiva.

El 25 de diciembre, día de Navidad, es el más importante, el de más actos. Comienzan con la santa misa donde las cantoras acompañan la celebración con hermosos villancicos, también propios de la cofradía. Lo más singular es la música hecha a base de golpear con boinas en la boca de cántaros de arcilla. Después hay procesión. Los cofrades se disponen en dos filas, por riguroso orden de antigüedad, y en el centro se sitúa la mayordoma portando la cuna con el Niño en su cabeza. El solemne son de la caja hace el acto muy emotivo. Acabada la misa, aparece como por encantamiento 'la carantolla'. Un cofrade se disfraza con un llamativo traje de colorines, con un gran gorro y una horrible careta. Corre por las calles, a son de caja, asustando a los niños. Se dice en el lugar que representa a Herodes en su persecución de los inocentes. La carantolla es el 'coco' de las madres galisteñas.

Auto navideño

Tras la comida en casa del mayordomo, escenifican el auto navideño. A las tres en punto, al aire libre, en la plaza de la villa, al más puro estilo del medievo. Es considerada la actividad de más enjundia de la cofradía. Cada año el mayordomo, Serafín Portillo Blanco en esta ocasión, elige el auto navideño que se representará de los más de treinta que tiene la cofradía (los mayordomos y devotos los regalaban manuscritos. Al copiarlos no ponían el autor, de ahí que sean casi todos anónimos). Este año el mayordomo eligió un melodrama pastoril titulado: 'Los sueños del primer hombre y bandolero en la sierra'.

Los actores son los mismos cofrades y sus familiares. Dirigidos por el regla - también Serafín Portillo Blanco- celebran siete ensayos antes del día de la puesta en escena.

El auto está protagonizado por pastores, serranas, bandoleros y el gracioso (Mamullo) que hace reír a todos. Además, los personajes religiosos: Luzbel , que ayuda a los 'malos' y el ángel que lo hace con los 'buenos'. Esta lucha entre el bien y el mal se resuelve con la aparición de la Virgen María, San José y el Niño que ponen paz entre todos. La trama termina con la adoración del Niño-Dios en su cuna y la reconciliación general. Por la noche se celebra cabildo. En él se eligen, si hubiera vacantes, que no es muy frecuente, nuevos cofrades.

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