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Elisabeth Masero tiene un conocimiento detallado del terrero y su problemática. :: m. a. f.
La extremeña  que visibiliza  la ocupación que sufre Palestina

La extremeña que visibiliza la ocupación que sufre Palestina

Natural de Valencia del Mombuey, vive en Ramala como cooperante expatriada de la oenegé Paz con Dignidad

Mª ÁNGELES FERNÁNDEZ

Domingo, 12 de agosto 2018, 09:43

Dicen que quien va a Palestina una vez, repite. En 2014, la extremeña Elisabeth Masero pisó por primera vez los territorios palestinos. Una beca del programa Jóvenes Cooperantes Extremeños, para hacer prácticas como técnica de proyectos de cooperación para el desarrollo, le dio la oportunidad de iniciar una senda que es ahora su camino. Desde hace más de un año y medio Masero vive en Ramala como cooperante expatriada de la oenegé Paz con Dignidad.

«Mi papel aquí es de intermediaria entre las entidades donantes a las que implicamos para lograr los proyectos y las organizaciones con las que trabajamos en el terreno. Me dedico a formular los proyectos, a hacer el seguimiento y a realizar la justificación final», explica. Tampoco se olvida de la importancia de contar las consecuencias de la ocupación de Israel, a través de lo que llama «incidencia política», y de la comunicación, tirando así de su formación y experiencia previa como periodista. «Hay que visibilizar este conflicto, que es una crisis política que deriva en una crisis humanitaria», narra.

«Palestina está empezando a ser, o puede que ya lo sea, una crisis olvidada. La raíz es un conflicto por la tierra y de eso no se dice nada, sólo se habla de las consecuencias, de los últimos muertos y de los enfrentamientos, pero no de las causas o de las violaciones de derechos humanos», lamenta.

La conversación tiene en lugar en Ramala, en un receso de otra de las labores en las que puntualmente se implica: colaborar en la organización, hacer de intermediaria y acompañar a delegaciones de personas extranjeras que llegan para conocer de primera mano la situación del pueblo palestino. Su conocimiento detallado del terreno y sus contactos facilitan viajes como el de la oenegé Sodepaz, en cuyo marco se celebró esta entrevista. Masero envía un dossier con información sobre el último preso político liberado de una cárcel israelí, recuerda las conexiones entre diferentes hechos, saca mapas para entender mejor la división de Cisjordania (qué zona está bajo administración de la Autoridad Palestina y cuáles son controladas por el Ejército de Israel) y resuelve las dudas del grupo además de hacer de traductora. Es su día a día en Ramala.

«Trabajamos de manera general en el ámbito de la defensa de derechos humanos. Y, bajo ese paraguas, nos hemos centrado en cuestiones de salud, tanto en Gaza como en Jerusalén Este, además de apoyar a una organización que defiende a los presos políticos y denuncia las situaciones en las cárceles israelíes. Ahora vamos a empezar a trabajar con otra que se centra en investigar y documentar la situación de los refugiados y refugiadas palestinas, no sólo en la Palestina histórica sino en todos aquellos países limítrofes a los que tuvieron que huir: Líbano, Siria, Jordania y Egipto», añade.

La vida en Ramala

Natural de Valencia del Mombuey, Elisabeth Masero ha encontrado un pequeño hogar en Ramala, la capital de Palestina y sede de la administración de la Autoridad Palestina. Un lugar tranquilo, que incluso aparenta lejano al conflicto. Pero sólo por unos metros, pues salir de la urbe implica chocar con la arbitrariedad de los checkpoints israelíes y con el muro. Además, el visado de cooperante permite a Masero viajar habitualmente a la Franja de Gaza, un lugar al que pocas personas pueden entrar y donde las condiciones son más difíciles, entre otras cosas, porque sólo tienen cuatro horas de luz al día.

«La gente se imagina que estamos todo el rato bajo bombas, pero no es cierto. Esto es una zona tranquila, con los servicios que puedes encontrar en Badajoz, en Mérida o en Navalmoral; hay de todo. Pero cuando sales un poquito de Ramala, puedes ver todos los mecanismos de opresión y de ocupación de Israel», explica.

Y aquí su tono de voz se torna, se esconde: «Es duro si te lo tomas muy a pecho». Y ahora sí, hace una breve pausa para respirar, coger aire y soltar una pequeña lágrima. «A veces me da una rabia lo que veo. Pero hay que contarlo sin dar pena, porque la población palestina tiene sus propios recursos y una resiliencia brutal para enfrentar todo lo que le ocurre. Lo que necesita únicamente es que termine la ocupación, que es su principal problema», dice ya con otro tono de voz.

Cooperación extremeña

Con un paisaje donde abundan los olivos, Elisabeth Masero tira de la gastronomía extremeña en su día a día palestino. Un gazpacho ha sido, por ejemplo, su merienda el día de la entrevista, a finales de junio.

Aquella vez que pisó por primera vez Palestina, hace ya cuatro años, la cooperación extremeña apenas existía. Ahora, como ella, ha regresado levemente. «Sé que se destinan recursos directos para la UNRWA [la agencia de las Naciones Unidas para la población refugiada palestina], también se está apoyando a AECOS para un proyecto de defensoras y defensores de derechos humanos, y a otro proyecto de Cruz Roja de unidades móviles de salud para comunidades beduinas que viven en el desierto, y también en violencia de género. Son pequeños proyectos que van contribuyendo a apoyar a la sociedad civil palestina", apunta.

Parece que, como Elisabeth Masero, la cooperación extremeña ha vuelto a Palestina, como escenificó el director general Agencia Extremeña de Cooperación internacional para el Desarrollo (Aexcid) en un viaje al terreno hace dos años para conocer la labor de la UNRWA.

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