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t Eduardo Pablos, con el mimbre, en una demostración en la sala de artesanía.
Artesanos exclusivos en peligro de extinción

Artesanos exclusivos en peligro de extinción

Tradiciones. Gracias a una serie de artesanos o talleres arteseanales, se mantienen trabajos que ya son únicos

JAVIER SÁNCHEZ

Domingo, 15 de marzo 2020, 09:44

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Eduardo Pablos, María José González, Santiago Soria, Alonso Javier Gómez, Alejandro Roso y José Luis Gómez. Como estas personas, ya no quedan en la región. A este selecto grupo hay que unir la familia de Gabriel Rivera y de Fausto Alonso. No solo tienen en común que llevan gran parte de sus vidas dedicadas a la artesanía, sino que también son exclusivos.

Todos ellos pertenecen a la Asociación Extremeña para la Promoción de la Artesanía. Según los datos de esta entidad, el registro de artesanos de la región cuenta con unos 280 profesionales. De ese total, estos ocho artesanos o talleres artesanales mantienen actividades que ya son únicas, al menos, con las técnicas que utilizan, según se indica desde la propia asociación. Si no fuera por ellos, estas actividades habrían desaparecido en la región o no se hubiesen implantado. Esa exclusividad les hace estar en peligro de extinción.

La mayoría de ellos ha seguido la tradición familiar. Es el caso del trujillano Eduardo Pablos, que se ha convertido en la única persona que trabaja el mimbre de forma profesional en Extremadura, tras cuatro generaciones dedicados a este oficio. «Me gusta mucho y me daría pena que se perdiera, pero no tengo relevo». Por ello, aboga a las autoridades para que tomen cartas en el asunto, con cursos u otro tipo de iniciativas. A lo largo de los años, se ha sido ajustando a las necesidades del cliente, siempre utilizando la misma técnica.

María José González está dedicada de lleno al diseño y elaboración de la gorra de Montehermoso. A pesar de que estudió Informática, volvió a su pueblo y continuó con la tradición familiar, también de cuatro generaciones. Ya solo queda ella. Reconoce que tiene mucha demanda, desde que una de sus gorras desfiló en grandes pasarelas de moda. «No se puede hace con máquinas, porque tiene un proceso muy particular». Cree que uno de los problemas es que no se termina de valorar este trabajo.

Otro oficio artesanal ubicado en Montehermoso es el de la fundición de campanas, con 'Campanas Rivera', dirigido por una misma familia desde 1850. Ya va por la sexta generación. No solo son únicos en Extremadura, sino que como ellos, quedan muy pocos en España. Uno de sus responsables, Gabriel Rivera, señala que, para esa fundición, utilizan formulaciones que se han ido pasando de padres a hijos. Esta entidad ha sabido aplicar las nuevas tecnologías a su labor. De hecho, es la única empresa en el mundo que adapta una aplicación para que las campanas toquen.

Velas artesanales

Cerería Durán y Alfonso, en Gata, es, igualmente, el único taller que hace velas artesanales en la región. Fausto Alonso comenzó en este trabajo en los años 80, cuando se unió a su socio. El año pasado se jubiló. Ahora, continúa su hijo. Tras la entrada de las velas eléctricas en las iglesias, recuerda que tuvo que ir adaptándose a otras demandas, como la del mundo exotérico y velas aromáticas, así como para eventos. Eso si, no falta la elaboración de las velas religiosas para distintos fines.

Una cuna de artesanos, sobre todo, en el calzado, ha sido Torrejoncillo. En la actualidad, solo queda uno. Se trata de Alejandro Roso. Su familia lleva, al menos, desde 1880 dedicada a este oficio. Reconoce que antes se hacía todo a mano. En un momento dado, tuvieron que comprar una serie de máquinas para coser, «porque si no era imposible competir». Son las mismas que utilizaba su abuelo. Al igual que María José González, sus zapatos han estado en la pasarela, concretamente en Cibeles.

Dentro de este mundo también está José Luis Gómez, de Sancha Artesanía Tradición Popular, que realiza peinetas artesanales. Le enseñó hace unos años un amigo gaditano. En un principio, lo tenía como hobby y, con el tiempo, se convirtió en actividad profesional. «Con el producto tradicional, evoluciona el diseño», especifica.

Según los datos de la asociación de artesanos, el único cantero que aparece en su registro es Alonso Javier Gómez, natural de Malpartida de Cáceres. Este profesional así lo corrobora. Asegura que ya no quedan canteros como él, que trabajan la piedra como se hacía siglos atrás, utilizando sus manos y una serie de utensilios. No obstante, reconoce que la crisis hizo que esa labor artesanal bajase de forma intensa. No le faltan pedidos de este tipo, que los compagina con los trabajos con maquinaria.

Santiago Soria, natural de Ceclavín, es carpintero. Recuerda que, al menos, ha seguido la tradición de su tatarabuelo. Para hacer esa labor artesanal, utiliza la técnica característica de su zona. Ahora, solo continúa el. «Las instituciones se tendrían que preocupar más por nosotros», apunta.

Estos, así como otros artesanos, han ayudado con su labor a fijar población, a generar riqueza en pueblos pequeños y a mantener oficios, algunos de ellos ancestrales.

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