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IRINA CORTÉS
Domingo, 23 de septiembre 2018, 11:56
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Para Francisco de Pájaro (Zafra, 1970) el arte era su destino natural. Desde pequeño tuvo dotes para el dibujo y la pintura y tomó la decisión de vivir de ello. Lo consiguió en 2013 y tras un largo camino que le llevó a dejar su ciudad y emigrar a Barcelona y luego a Londres y de vuelta a Barcelona con escapadas a Zafra. La última para recoger el premio a Personaje del Año entregado por el Centro de Iniciativas Turísticas de la ciudad. Este año realizó el mural de uno de los centros escolares y pintará en una de las casetas de la feria.
«Vuelvo a Zafra donde recuerdo mi niñez con una mezcla de nostalgia y romanticismo, aquí he pintado recuerdos o toques de atención como un niño que lee poesía porque ya apenas hay niños en las calles o claveles en la Callejita del Clavel porque ya no los había», recuerda. Su arte y obra es una vía de comunicación, por eso cuenta historias y expresa sus sentimientos de forma honesta y también cruda.
Aunque se considera algo pesimista, lo usa en su obra para provocar reacciones «pero siempre con un punto de luz, con humor, como una tragicomedia. En el arte hay que ser sincero y valiente. Yo pinto para vivir y morir feliz», dice. En breve volverá a Barcelona, la ciudad en la que vive y que tiene un gran significado para él.
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