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Jueves, 22 de octubre 2020, 07:53
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Su oferta fue la más valorada de las tres que concurrieron a la licitación y, por eso, se convirtió en la nueva adjudicataria del albergue municipal de Santa Ana. Un espacio que solía colgar el cartel de lleno en no pocas ocasiones al año por su estupenda ubicación, a una calle de la Plaza Mayor, su precio y el 9,5 sobre 10 que tiene en Booking, quizás el principal portal de reservas hoteleras de España.
Por eso cuando terminó el contrato con el anterior adjudicatario, Mélani Durán se animó a presentar una oferta. Y ganó el concurso. Lo supo a finales de febrero, pero ya no pudo ni firmar el contrato. «Porque en marzo nos encerraron y todo se paró», recuerda. Y se cayeron todas las reservas que este alojamiento, como tantos otros en la ciudad, tenían para la primavera, para la que es la mejor época para el turismo placentino.
No fue hasta el pasado junio cuando el contrato se pudo formalizar y ella abrir el albergue, «después de pagar la mitad del canon anual que tenemos (10.800 euros) y realizar una inversión de casi 35.000 euros». En resumen, «después de dedicar todos nuestros ahorros a poner a punto el albergue, incluyendo las medidas de seguridad precisas por la pandemia».
Sin embargo, «apenas hemos trabajado en agosto, el resto de meses nada de nada; tenemos 47 plazas y el día que más gente hemos tenido se han ocupado 11». Por eso asegura que «estamos desesperados, cada día un poco más hundidos porque esto no tira para adelante y la salud es muy importante sí, es fundamental, pero con salud no se paga ni se come y tenemos un bebé de 17 meses».
Por él y por sus edades –Mélani tiene 27 años y su pareja, Miguel Ángel León 29– «decidimos que era el momento de arriesgarnos, de invertir en nuestro propio negocio». Pero la pandemia, como le ha ocurrido y ocurre a tantos otros, está acabando con su sueño. «Porque además las expectativas que tenemos son penosas, no sé cómo vamos a resistir, estamos ahogados, las pérdidas que acumulamos ya superan la inversión que realizamos». Porque, reconoce Miguel Ángel, «hay miedo a viajar, pero otros alojamientos van tirando, aquí, en el albergue no tenemos ni para salvar los gastos». Porque las características de este alojamiento, con habitaciones y baños compartidos, dificultan su elección, «aunque hemos establecido que ninguna habitación supere el 50% de ocupación y desinfectamos los baños continuamente».
Por eso, ante esta situación, explica Mélani Durán, «hemos pedido al Ayuntamiento que nos perdone la mitad del canon de este año, los 5.400 euros que tenemos que pagar en diciembre, o que nos permita pagarlos en el cuarto año, en el último de contrato, para ver si hasta entonces podemos recuperarnos». Pero aún no han obtenido respuesta a su petición por parte del Ayuntamiento.
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