El turismo explota en Cáceres
ANÁLISIS ·
Los datos de visitantes baten plusmarcas mes tras mes, los precios se disparan y los empresarios siguen invirtiendo en el sectorCon tantos grandes proyectos industriales, comerciales y budistas encima de la mesa corremos el riesgo de olvidar que, administración pública aparte, el turismo sigue siendo ... la actividad que más hace por tirar de la economía de Cáceres. La información que hoy publica en estas páginas Cristina Núñez, donde los propios empresarios del sector dicen que ahora mismo resulta casi imposible conseguir una habitación en la ciudad por menos de 200 euros para el puente de diciembre, deja claro que el turismo interior está viviendo en España una expansión sin precedentes, en gran parte a causa de una pandemia mundial que limita los viajes internacionales, aunque es una tendencia que ya se venía manifestando desde antes del coronavirus. Lo corroboran también los datos oficiales de visitantes, que desde el verano vienen batiendo plusmarcas mes tras mes. No ocurre solo en Cáceres, está pasando algo parecido en otras ciudades del país con atractivos similares, como Córdoba o Salamanca, pero no deja de ser motivo para congratularse.
Los empresarios, que suelen ser avispados y que están ahí para ganar dinero, ya se habían venido dando cuenta de que Cáceres dispone de todas las armas para seguir disparando su atractivo como destino de interior de primer orden en estancias cortas, de puente o de fin de semana, un turismo estacional que tiene inconvenientes pero también ventajas, como que el gasto por persona y día es mucho más elevado que en el de larga estancia. Así están surgiendo grandes proyectos como el hotel de lujo en el Palacio de Godoy, bajo el paraguas de la marca Hilton, o la reforma de la Casa Paredes por parte de los dueños de Atrio para habilitar 'suites' de alto nivel, junto a otros más pequeños pero también significativos, como las inversiones que están llevando a cabo empresarios del sector para rehabilitar antiguos edificios del casco viejo con los que completar su oferta de alojamiento, por ejemplo el hotel Don Carlos en la calle Roso de Luna. La paulatina reconversión de Pintores de calle comercial de toda la vida a vía con establecimientos orientados a las necesidades del turismo de apartamentos es otro síntoma claro de lo que está pasando.
Esta explosión turística que vive Cáceres seguirá siendo deseable mientras sea sostenible, es decir, mientras la ciudad sea capaz de absorberla sin perder su esencia y sin que se produzca la temida gentrificación, que ocurre cuando la presión turística combinada con la ambición inmobiliaria acaban expulsando a la población autóctona de los centros históricos. No parece que ese sea por el momento un problema en Cáceres, cuya parte antigua (fuera de la Ciudad Monumental en sí) está repleta de edificios decrépitos donde no vive nadie desde hace años y que están pidiendo a gritos que alguien les dé uso.
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