No es solo una firma

La firma del notario es clave también para la igualdad de oportunidades y para evitar que factores como el menor nivel educativo, la imposibilidad económica de obtener asistencia jurídica particular o el propio envejecimiento se conviertan en una puerta a la exclusión social

Ignacio Ferrer

Decano del Colegio Notarial Extremadura

Jueves, 14 de diciembre 2023, 07:51

Como no estamos ajenos al mundo, sino que, muy al contrario, hay pocas profesiones más apegadas a la realidad cotidiana que la nuestra (no en ... vano, casi todo el tráfico jurídico pasa por las notarías), los notarios somos perfectamente conscientes del tópico que circula sobre nuestra función: lo que hacemos es firmar. Y efectivamente, así es: nuestro trabajo se materializa en una firma… Pero detrás de esa firma no solo hay mucho trabajo, sino –lo que es más importante– todo un caudal de garantías y ventajas para el consumidor. Y la principal de todas es esta: cuando un acuerdo se eleva a escritura pública, los firmantes obtienen la completa seguridad de que ese acuerdo al que han llegado se ajusta plenamente a la legalidad y tendrá que ser respetado.

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Así, cuando un notario pone su firma en algunas de sus escrituras públicas más habituales como las relacionadas con la compraventa de una vivienda, un crédito hipotecario, un testamento, un poder o cualquier acuerdo societario, lo que esa firma representa es, respectivamente, tranquilidad sobre la inversión, claridad y seguridad en las condiciones financieras, garantía de legalidad y realización de la voluntad del testador, eficacia jurídica nacional e internacional en la representación de una persona o empresa, y agilidad, trámites digitales, asesoramiento jurídico gratuito e intervención imparcial en conflictos para las actuaciones relacionadas con las empresas.

«Es tu tranquilidad desde ese momento y para siempre», nos ha recordado el Consejo General del Notariado en una serie de vídeos muy oportunos emitidos con motivos del Día Mundial del Notariado. Y eso es así, lógicamente, no porque detrás de la firma notarial se escondan «poderes mágicos». Eso es así gracias a la relevancia jurídica que la legislación concede a la función notarial y a todo el trabajo que el notario y su equipo desarrollan antes, durante y después de esa firma. Desde el asesoramiento a las partes para dar forma jurídica legal a su acuerdo hasta la custodia física y electrónica de los documentos, es lo que «el notario hace» lo que convierte en sinónimo de máxima garantía jurídica lo que «el notario firma».

¿Y qué hace el notario? Muchas cosas y sobre todo muy importantes. Antes de producirse la firma, el notario escucha a los interesados, comprende lo que quieren acordar y les asesora de forma imparcial para dar luego forma jurídica al documento, de modo que sea legal de principio a fin. Naturalmente, son las partes las que llegan con una idea aproximada del acuerdo o el negocio que quieren firmar, pero es el notario el que los asesora para poder hacerlo realidad de una forma segura y acorde al ordenamiento jurídico. Es el notario el que muchas veces media con las partes para que puedan ponerse de acuerdo. Y por supuesto es el notario el que redacta o perfecciona los documentos que luego ratifica con su rúbrica.

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Además, en el momento de la firma, el notario juzga el discernimiento de los comparecientes, y comprueba la identidad, la voluntariedad del consentimiento y la compresión de los compromisos. Dicho de otra forma, se asegura de que las partes firman lo que quieren firmar y con pleno conocimiento de sus consecuencias. Posteriormente, archiva y custodia ese acuerdo del que siempre se podrá pedir una copia autorizada, días, meses o incluso décadas después, en breve también de forma electrónica. La función notarial es, por todo ello, garantía de legalidad y seguridad jurídica, una garantía que es universal y de la que nos beneficiamos todos, pero sobre todo los más vulnerables, porque son ellos los que no pueden permitirse una asistencia jurídica especializada para el ejercicio efectivo de sus derechos.

De modo que la firma del notario es clave también para la igualdad de oportunidades y para evitar que factores como el menor nivel educativo, la imposibilidad económica de obtener asistencia jurídica particular o el propio envejecimiento se conviertan en una puerta a la exclusión social. Sin las condiciones adecuadas para la igualdad de oportunidades, el ejercicio de los derechos individuales puede convertirse en una quimera para los individuos que se encuentran en condiciones de mayor fragilidad. Y al contrario, la posibilidad de hacer un uso efectivo de la libertad individual resulta una condición sine qua non para aproximarnos a ese ideal de la igualdad de oportunidades. El deber de especial atención protección hacia las personas vulnerables que tenemos los notarios como funcionarios públicos es clave para que la justicia preventiva funcione en España con un carácter universal e inclusivo.

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Si en el campo sanitario es estrictamente cierto aquello de que más vale prevenir que curar, en el campo jurídico no lo es menos. Para eso estamos los notarios, que podríamos equipararnos con la Atención Primaria de nuestro sistema de justicia. Somos los profesionales jurídicos más cercanos al ciudadano y nuestras puertas están abiertas para todos y especialmente para aquellos que más nos necesitan. Sobre todo para ellos, la firma del notario es mucho más que una firma: es el conocimiento, el asesoramiento y la protección que necesitan para una igualdad real efectiva en el ejercicio de sus derechos.

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