Calendarios
Matilde Muro
Lunes, 8 de diciembre 2025, 01:00
Un día de esos en los que millones de personas se lo pasan yendo de un lugar a otro: vuelven a casa después de experiencias ... inolvidables, de haber visto paisajes increíbles, oído cómo los gallos nos despiertan al amanecer a los que vivimos entre ellos sin soportarlos. Han hecho colas para entrar a ver belenes insólitos, han pagado facturas inasumibles por una cerveza sin pincho, una comida recalentada en el microondas, una paella congelada o un rollito primavera, que resultó barato y estaba rico.
No importa. Lo mejor de todo han sido dos días de descanso en los que han dejado de ver la televisión y han paseado por lugares que no conocían. Han descubierto lo insólito de las costumbres populares, se han dejado llevar en volandas hasta acceder a ver el árbol de alambres encendidos que preside la plaza del pueblo, se han acercado a los puestos de objetos de bromas, jabones hechos a mano, velas carísimas, puzzles de madera fabricados durante el verano a la orilla del mar por los artesanos que son nómadas de la venta. Se llevan puesto el gorro de Papá Noel, el de Pikachu, la careta de la bruja de 101 dálmatas, y la bufanda del equipo de fútbol de la localidad en la que han recalado, que jugó la Copa del Rey contra uno de Primera División. Los potentes habían aplastado al humilde, pero esa bufanda pasará a formar parte de la colección de las del bar de carretera en el que para a descansar una vez a la semana, y que va a invitarle al café cuando reciba semejante presente.
Mañana, si leen este artículo porque ayer se dedicaron a conducir, repasarán el gasto realizado, que ha merecido la pena indudablemente, porque han visitado a los abuelos, se han asegurado de que no pueden verlos en Navidad, porque toca visita a la otra parte de la pareja, contarán a los amigos el recorrido realizado, los tumultos de personas entre los que se han movido, reconocerán la paz de la casa y la poca actividad de la ciudad que habitan, y se darán cuenta, además, de que juegan más lotería que nunca en su vida. Han parado en todas las administraciones que se les han puesto en el camino de «¿y si toca aquí?» Nada, otro décimo porque la intuición arrasa. Es como si al pasar por la puerta del local y ver la pequeña cola que se ha formado fuera, una mano le hubiera cogido del tobillo y susurrado al oído: «es seguro y te arrepentirás si no compras». Un día es un día. A ese lugar nunca vas a volver y si toca y no compras, confirmarás que eres el gafe que sabías. No sumes el importe de lo que te has gastado en lotería, porque no merece la pena.
Los calendarios son canallas. Desde agosto nos enseñan que el disfraz de enemigo de la Navidad no sirve de nada. Nos apostamos en los despachos de lotería de la playa y compramos para el Gordo. Se nos olvida, como se olvidan los días de calor y granizadas de limón, y en días como los de ayer y anteayer, hemos vuelto a creer que, a cambio de poco, vamos a recibir todo lo deseado. Es culpa de las fechas, no de la memoria, o de la pereza.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión