Dicen los tratados de pájaros que el gavilán es un ejemplar pequeño, pero con enormes garras, un pico fuerte que, junto a la visión precisa ... que también posee, se convierte en un infalible cazador.
El huracán Trump, no sabemos si permanente o temporal, ha conmocionado la cosmovisión geopolítica comercial. Las bolsas se hunden, titulan los medios, y la mayoría de los habitantes del primer y segundo mundo ni se inmutan, no juegan en la cotización bursátil y piensan que «perderán los ricos, las grandes empresas, los inaccesibles, en suma».
La revolución de las revoluciones, la de las comunicaciones, que se inició a mediados del siglo XX y ha explosionado en el XXI, está modificando los esquemas y algunas estructuras mentales y materiales. No hay que demonizar, «per se», los valores que puedan engendrar e irradiar los Estados Unidos de América. Baste con repasar la lista de grandes investigadores, políticos, literatos, cineastas, poetas, etc., desde la proclamación de su independencia, su poderosa influencia en la tecnología y su crucial papel en la terminación de las dos grandes guerras mundiales y su paraguas militar actual hacia Europa (con sus sombras, negras, negrísimas, de las invasiones de Irak y Afganistán).
A este modesto plumífero no le llama la atención que un vicepresidente como Vance, tipo medio de la incultura general, suelte por su boquita las tonterías que se le ocurren sobre Europa y lo que significa la civilización occidental; o que Trump de muestras de su visión mundial de los negocios propios, de su ambición, de su primitiva venganza, de su pueril y demente gesticulación. Siempre existieron gurús, conductores de masas, visionarios de revoluciones utópicas, y tontos del haba, que arrastraron a miles de individuos. Lo que de verdad me inquieta, aunque no me sorprenda, son los más de sesenta millones de seguidores estadounidenses que están aplaudiendo las televisivas y caricaturizadas apariciones de su líder y nuevo santo. Puede, según algunos expertos, que este crack comercial mundial se le vuelva en contra, cuando las propias empresas americanas sufran más de lo debido, cuestión que está por ver, ya que la macroeconomía es muy volátil e incierta.
De momento, en 'román paladino', ganan las masas. Decía Ortega y Gasset, filósofo sobrevalorado y sobrepasado, según algunos pensadores modernos, en su célebre ensayo 'La rebelión de las masas', «que por mucho que el hombre haya ascendido su nivel vital en comparación con el de otros tiempos, va a poder regir por sí mismo el proceso de la civilización. Hombres masa rebeldes que ponen en peligro inminente los principios mismos a que debieron la vida». Una conclusión que podría desprenderse de su lectura, hace sesenta años, es la grave desmoralización del mundo, que se manifiesta en la desaforada rebelión de las masas y tiene su origen en la desmoralización de Europa.
En el fondo, para un servidor, todo se resume en el culto al dinero, al becerro de oro de la antigüedad. Mientras que en términos generales se ha incrementado el nivel de vida, con la consecuencia de la desigualdad y la pobreza de millones de personas ante la buena vida e incluso opulencia de otras, fruto del capitalismo y el neoliberalismo, no se vislumbra un cambio de rumbo, ni por las masas ni por los dirigentes.
Y cuando la proliferación de religiones, sectas, y extremeñismos varios, se suceden, es curioso contrastarlo con las esencias espirituales de las mismas. La pobreza, en el catolicismo (los «pobres entrarán en el reino de los cielos»), el amor al prójimo, la solidaridad, en suma. Según el Talmud, los bienes materiales son un medio, no un fin en sí mismos. El islam prevé un modelo económico en el que las personas son recompensadas de acuerdo con su esfuerzo e ingenio personales, pero en el que no se pasan por alto las necesidades de los demás. Lakshmi, la diosa de la riqueza, la prosperidad y la fortuna, ocupa un lugar central en el hinduismo como la consorte divina de Visnú, el conservador del universo. Ella encarna abundancia, belleza y auspicio, bendiciendo a sus devotos con bienestar material y espiritual.
Max Weber, en la 'Ética protestante del trabajo', señala que fue una fuerza importante detrás del surgimiento del capitalismo moderno, debido sobre todo a los calvinistas y luteranos. Otra forma de transitar en el periplo vital.
Mas, la consecuencia global es la tradicional deshumanización de la riqueza, aspiración genérica del ser humano. Trump, es, simplemente y ahora, el gavilán moderno que mete miedo.
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