Greta y las Thunberg
Greta interpretaba estupendamente el papel de detenida en el aeropuerto Charles de Gaulle de París
Julián Rodríguez Pardo
Martes, 17 de junio 2025, 08:14
Cuando mis padres cumplieron cincuenta años de casados, Greta Thunberg me envió un wasap advirtiéndome de que el abuso del marisco constituye un daño irreparable ... a la sostenibilidad del planeta. ¡Será al de 'La Sirenita'!, le respondí yo con la mecha del gas ya encendida. Pero como es muy insistente, se nos presentó en el puerto de Coruña el día de la celebración: ¡A lo Tom Hanks en 'Náufrago'! En balsa y con un coco parlante. Aunque, en realidad, en casa somos más del verdadero precursor del activismo climático y del ayuno intermitente: Robinson Crusoe.
La madre de Greta, Malena Ernman, es una cantante lírica muy respetada en Suecia, su país. Y renunció al éxito internacional cuando entendió que sus viajes profesionales en avión dejaban una huella de carbono que el planeta difícilmente podría olvidar. Algo que yo también haría, pero sobre todo por no oír a la niña a diario con el raca raca de la contaminación. Así que en 2016 abandonó su carrera internacional y se limitó a los compromisos que pudiera cumplir desplazándose en coche o en barco. ¡Oigan! Como Willy Fog en los dibujos animados de 'La vuelta al mundo…' ¡y ni tan mal! ¡Llegó a tiempo! Porque no todo en la vida es viajar con el lujo de Ryanair.
Pese a su excelente reputación en el ámbito de la ópera, Malena concursó en 2009 en el festival de Eurovisión, representando a Suecia con una canción, 'La Voix', cantada en inglés y francés: dos idiomas fonéticamente más ecológicos que el sueco y que, además, te permiten respirar. Aunque solo alcanzó el puesto vigésimo primero, casi consigue emular a nuestra Melody con su vigésimo cuarto. Una pena porque, en esto, sí nos habría venido de perlas la intervención de la niña en lo del televoto. Pero ella anda a lo suyo: un año antes protestaba en la puerta del Malmoe Arena por la participación de Israel en el festival y ahora se olvida de esos países que, como el nuestro, consumimos responsablemente los recursos energéticos del planeta. Tanto que, con una única llamada de móvil, gestionamos todos los puntos del público. Porque no nos dieron más, claro.
Pero, por encima de todo, los Thunberg son una familia artística. La hermana, Beata, aspira a ser cantante. Y el padre de ambas, además de actor y productor, gestiona las agendas de la familia. Pero como el talento no se transmite a todos los hermanos por igual, mientras Beata inundaba las redes sociales esta pasada semana por sus escasas habilidades vocales, Greta interpretaba estupendamente el papel de detenida en el aeropuerto Charles de Gaulle de París: rodeada de policías, con las manos estratégicamente situadas a la espalda…, ¡pero sin esposas! Y no es su primer trabajo actoral: en diciembre de 2019 denunció, con foto incluida, haber tenido que viajar en el suelo de un tren alemán, hacinada como una maleta, ante la falta de asientos. Cuando, en realidad, la Deutsche Bahn le proveyó ese trato exclusivo que solo reciben los pasajeros que viajan en primera clase. Ejem.
Por cierto, Robinson Crusoe volvió de su isla… ¡Y con tipazo! Ahora, para que el mundo sea un lugar mejor, solo falta que Greta se entere de que –como me temo– ella no es Tom Hanks, sino el coco parlante. Ahí lo dejo.
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