Más allá de aranceles
Ojos del Guadiana ·
Julián Carretero
Martes, 8 de abril 2025, 23:06
Cuando Trump amenazó explícitamente a Canadá, México, China, Unión Europea (UE), etc., fijando el 2 de abril como ‘día de la liberación’ para EE UU, ... expertos y algunos responsables políticos (igual no eran tan expertos ni tan políticos responsables) pensaron que se trataría de un acto más del teatro trumpista. ¿Quién, en sus cabales, desataría una guerra comercial cuyo primer afectado sería su propio pueblo? Como si a los dictadores les importara el pueblo. Llegó el día, estalló la tormenta y una semana después un descalabro mayúsculo.
Concienciémonos de que estamos ante una guerra total a escala mundial fraguada hace años. Objetivo: una recomposición del mundo con predomino del autoritarismo antidemocrático y nacionalista y una concepción autárquica y mercantilista propia de los siglos XVII y XVIII, con individualismo y mentiras como armas letales, para acabar con la globalización económica alcanzada, la libre circulación de personas y la mejora de las condiciones de vida en lo social, con la democracia y el estado de derecho en lo político. Las guerras se hacen por fases y los aranceles constituirían hoy la segunda fase de esta. Más allá de lo erróneo e incoherente de su planteamiento, obedecen a una estrategia marcada hace años y dejará millones de víctimas entre las clases más vulnerables de todo el mundo.
La primera fase comenzó hace años en Europa, con pendencieros capaces de tomar el poder desde posiciones internas ultranacionalistas para minar la propia UE. La vieja Europa con democristianos, socialdemócratas y liberales a la cabeza, decidiendo ampliar la UE precipitadamente para recomponer la economía alemana tras la reunificación, asumiendo como mal menor la 'berlusconización' y desoyendo después las advertencias sobre las fatídicas consecuencias sociales, políticas y económicas, combatiendo exclusivamente con políticas austericidas la crisis 2007-2014 y dejando en la estacada a millones de trabajadoras y trabajadores, fraguó el polvo adecuado para los lodos que ha propiciado el ascenso nacionalista y ultraderechista actuales.
De no pararla, esta guerra seguirá acumulando fases destructivas y cruentas, porque Trump como ególatra, oligarca y dictador que es, piensa y actúa como tales. No está lejos de Putin, gustándole ser admirado y jaleado por sus correligionarios, gozando con someter a quienes le contradicen o combaten. Si morenos y judíos, con millones de muertos, fueron la excusa para el nazismo; para la ultraderecha de hoy son los pobres, convenciendo a muchos de ellos que lo son, porque otros, morenos y más pobres aún, les usurpan trabajo y ayudas públicas.
Como Hitler, Trump no es de fiar. El nazi firmó con Gran Bretaña y Francia la anexión de los Sudetes checos (1938) sin escuchar siquiera a Checoslovaquia, ¿Ucrania? Por razones geoestratégicas para la invasión de Francia y Gran Bretaña ocupó Benelux, Dinamarca y Noruega (1940), a pesar de su neutralidad, ¿Groenlandia, Canadá?
Aquí y en Europa necesitamos unidad y lealtad política, económica y social, consenso y frialdad para las decisiones, pero también mirar la historia con sabiduría para no repetirla.
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