Buenos, malos y viceversa
TRIBUNA ·
Tras la constitución de las Mesas del Congreso y el Senado se añade una quiebra del bloque PP-VOX de consecuencias que pueden tener como resultado un replanteamiento estratégico más nítidamente centrado de los popularesJosé María Molina
Doctor en Derecho y abogado
Domingo, 20 de agosto 2023, 13:10
La consideración del adversario con el mal y la identificación de uno mismo con el bien está en la base de los relatos partidistas. Y ... por si faltara algo, unos son tontísimos hasta el esperpento y los otros listísimos hasta la excelencia. Al hacerlo los dos bloques por igual están marcando distancias insuperables que generan la tensión política necesaria para producir la energía electoral que, de una u otra forma, estimula las emociones de los ciudadanos para posicionarse en cualquier contienda. Que tiene como efecto colateral la creación de un clima donde resulta difícil la aplicación de la razón y, por tanto, el acuerdo.
¿Unos son tan buenos/listos y los otros tan malos/tontos? Ciertamente no. Pero hay que discernir lo que de cada uno tiene en casa, pues de todo hay «en la viña del Señor». Pero así lo parece para cada cual de ellos respecto al adversario político. Y, por tanto, así se actúa. Vivimos la vida pública con demasiada emoción, y así nos va. La vida política necesita cierta «chispa», viveza, ingenio, algo de pasión, pero el problema, como siempre, está en la dosis como diría Paracelso. Si a ello le añadimos nuestra condición de latinos y la propensión al exceso emocional que llevamos en el ADN, no parece que las cosas vayan a cambiar demasiado.
Cuando se lograban resultados electorales bastantes para formar gobierno monocolor no había problema, pero cuando las insuficiencias de las grandes formaciones políticas les impiden llegar al número de diputados exigido constitucionalmente para formarlo, las cosas se complican y nos llevan a un terreno para el que no estamos suficientemente preparados: los gobiernos de coalición.
Esta doble circunstancia, la insuficiencia de diputados unida a la brecha emocional inter-bloques, se ve acrecentada con otras brechas que tienen lugar intra-bloque, entre las formaciones más señeras que lo configuran que también compiten entre sí. Pensemos en PSOE-Sumar (con el añadido discrepante de Podemos) o en PP-Vox, o en las que se dan dentro de los partidos vascos o de los catalanes. Todo se complica aún más cuando uno de los bloques tiene problemas de relación que limita la coalición a solo con un partido. También cuando el otro partido, sin ese problema, pero más escaso en escaños, necesita el apoyo de prácticamente todos los demás, y alguno plantea exigencias constitucionalmente inasumibles.
¿Qué hacer para formar gobierno con estos condicionantes? El pueblo español ha votado mayoritariamente centralidad y, como siempre existen varias fórmulas, unas más ingeniosas que otras y con posibilidades reales disímiles. Lo que parecería más razonable, directo y eficaz, sería o bien gobernar en gran coalición o pactar gobernar dos años uno de los partidos y otros dos años el otro. Pero si las cosas son «tan así» como las hemos descrito, todo parece indicar que vamos a nuevas elecciones.
Las explicaciones y opiniones que pretenden describir esta situación son múltiples y la canícula estival con altas temperaturas contribuye a la proliferación de opciones reales o imaginarias.
Entre ellas la de un clásico 'senequista' en una terraza veraniega, no se si previa ingesta de un tinto de verano o algunos más, que desgranó toda una alambicada teoría explicativa.
Se trataría de un error estratégico de Feijóo que, pretendiendo repetir la jugada de Aznar cuando liquidó a CDS, se ha lanzado a lo propio estimulando la decisión de Ciudadanos a no presentarse a las elecciones. Con ello los votantes de centro estaban «a tiro» y los de derecha caerían como fruta madura por coherencia ideológica.
Pero, dice el 'senequista' con el dedo índice hacia arriba y moviéndolo para reforzar su aseveración, Feijóo no contaba con que no disponía de la pinza de Anguita, ni de las excelentes relaciones con Comisiones Obreras y que la derecha de la derecha hoy estaba articulada en un partido con proyecto y estrategia propia que no iba a entregar su caudal electoral sin más. Ni contaba con que la campaña electoral le exigía gestos moderados hacia el votante de centro a la vez que aseveraciones de derecha clásica para el votante de Vox. Algo peor, que estos dos gestos son incompatibles y se neutralizan. Y añade otra ingeniosa conclusión demoscópicamente desconocida, que grupos de electores de Vox, los más «cafeteros», ante el uso que pudiera hacer de su voto el hábil líder gallego simplemente optasen por abstenerse, lo que explicaría la caída en los resultados de los de Abascal y con ello, además, le asestarían un fuerte golpe al PP que en el fondo pretenden reemplazar porque no consideran que represente a la derecha nacional. Y ahí tenemos a Feijóo meditabundo y cabizbajo, a Sánchez tomando aire con las vacaciones y a Edmundo Bal pensando en que Ciudadanos se presente si hay nuevas elecciones. No se sabe si para sumar sus diputados a una u otra fuerza, si es que los tuviese, o simplemente para recoger votos en el caladero del centro que no irían al PP.
«Droga dura» la de este 'senequista' veraniego de terraza y tinto de verano que como se le ocurra acertar dejaría al PP hecho unos zorros. Su afición desolada, y quien sabe si alguna bella dama de ojos chispeantes más alegre de lo que dice estar.
Tras la constitución de las Mesas del Congreso y el Senado se añade una quiebra del bloque PP-VOX de consecuencias que pueden tener como resultado un replanteamiento estratégico más nítidamente centrado de los populares.
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