Hace un par de meses Badajoz sufrió un rasguño. Leve, pero preocupante. Se derrumbó el techo de El Globo, la centenaria droguería familiar para varias ... generaciones, y archivo doméstico de nuestra memoria ciudadana, que ordenada en sus estanterías, entre desinfectantes y perfumes, conserva el pasado de las gentes y los sucesos de la calle San Juan, el casco antiguo y la población entera. Sucesora de la anterior de Mendicote, es garante de la higiene del barrio, activo mentidero y concurrido punto de encuentro.
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Muchos la recuerdan aneja a la farmacia Folgado, de la que era medianera y con la que comunicaba por una ventanilla donde se situaba la caja común de los dos establecimientos. Al cerrar la botica, El Globo se lanzó a volar solo pilotado por el animoso Paco Medrano, que desde hace décadas lo regenta vendiendo el estropajo de soga y el asperón que no se encuentran en ningún otro sitio.
Su desaparición sería una pérdida irreparable para el comercio tradicional de cercanía. Por eso hay que apoyar el meritorio esfuerzo que está realizando Paco Medrano a fin de que Badajoz no pierda ese órgano tan importante para su historia y el modo de comprar humano.
De los numerosos establecimientos de su modelo en todos los ramos que hace solo un par de generaciones poblaban Badajoz, tachonándolo de lugares amigos para la compra, tan solo unos pocos perduran, pues la irrupción de las grandes superficies y la nueva mentalidad en el consumo según los usos comerciales de nuestro tiempo los ha hecho desaparecer, cambiando el trato personal y directo de antaño por la impersonalidad de los enormes hipermercados. Esta semana HOY informa de la construcción de otro más de esos gigantescos en la avenida de Elvas.
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De ahí que haya que apoyar a los pocos pequeños que resisten abiertos manteniendo el latir del casco antiguo, porque además, para la identidad de la población resultan tan definitorios como la alcazaba, murallas, torre de Espantaperros, catedral o puerta de Palmas.
En la Torre de Londres, atendidos por cuidadores oficiales, anidan unos cuervos a los que se estima protectores de la Corona de Inglaterra, pues según una vieja leyenda, el día que falten caerá el Trono y desaparecerá el Reino Unido. Así lo creen los ingleses.
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Lo que sí es seguro es que el día que desaparezcan El Globo y los queridos locales de su especie, unos centenarios y otros más modernos, referentes todos entrañables de la población, cuyo modelo son Joyería Castellanos, La Cubana, Casa Espada, Vidarte, Bazar Rodríguez, Mercería Juan Pedro, Tejidos Murga, Sastrería Velázquez, Granja El Cruce, La Corchuela y demás semejantes, Badajoz será menos Badajoz, pues dejará de ser el Badajoz cercano y familiar de antaño para convertirse en otra cosa: una próspera metrópoli, una moderna eurociudad, o una gran plataforma industrial y comercial. Que está muy bien. Pero tiene menos alma.
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