La Transición española, con sus imperfecciones, fue el proceso histórico más importante de la historia contemporánea de España. Se superaron los tradicionales enfrentamientos entre los ... españoles, que culminaron en la Guerra Civil. Se modernizó políticamente España, que alcanzó un desarrollo económico inédito. Nos incorporamos a Europa, remontando nuestro tradicional aislamiento internacional. Sin embargo, esto, que lo ve un ciego, no es tenido en cuenta por la izquierda radical de Pedro Sánchez, por la extrema izquierda de Sumar y Podemos y por los reaccionarios separatistas. Por eso, es un imperativo cívico salir en su defensa. Modestamente, es lo que vengo haciendo desde esta columna. Hoy, sin ir más lejos, traigo a breve comentario el último libro de la jurista y catedrática de Derecho Constitucional Teresa Freixes, titulado precisamente ‘En defensa de la Transición’, con un prólogo de Alfonso Guerra, uno de los artífices vivos de la Transición. No se trata de un estudio histórico, sino de una reivindicación política/jurídica, además de práctica, de la Transición.
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Varios puntos importantes de este interesante libro. 1). Teresa Freixes defiende la Transición española porque permitió pasar de la dictadura franquista a la democracia pacíficamente, a diferencia de otros países, que lograron también salir de la dictadura, pero mediante procesos militares. España fue un caso excepcional. No es de extrañar que la Transición española se tomara como modelo en Europa del Este, América Latina y hasta en algunos sitios de Asia y Africa. Aquí, irresponsablemente, se la cuestiona. 2). La pieza maestra de la Transición fue la Constitución de 1978. Recuerda Freixes que nuestra Carta Magna «fue adoptada por primera vez en nuestra historia con un amplio consenso y permitiendo gobiernos en alternancia», rompiéndose la práctica decimonónica de las constituciones impuestas por el partido ganador en las elecciones. Por el contrario, nuestra Constitución del 78 es la Constitución de todos, sin exclusiones. De ahí su pragmatismo y efectividad, permitiendo el juego político con normalidad. Debe ser reformada en algunos puntos, aunque Freixes advierte de que «no es lo mismo reformar que dinamitar». 3). Un pilar fundamental de la Transición fue la monarquía no solo porque se estableciera en la Constitución, sino porque Don Juan Carlos fue el impulsor del cambio de la dictadura a la democracia, actitud tanto más valiosa por cuanto no hizo uso de los poderes absolutos recibidos del Dictador. Freixes recuerda que la monarquía española está en el punto de mira de quienes ahora gobiernan España. 4). En cuanto al nacionalismo, lo ve anacrónico, con «rasgos supremacistas, excluyentes y antidemocráticos» y una anomalía al sostener y chantajear en la actualidad al Gobierno central. En realidad, los ciudadanos no están gobernados por Sánchez, sino por grupúsculos antiespañoles. Algo demencial. Y 5). Las páginas más brillantes son las dedicadas al Estado de Derecho y al imperio de la ley, tan atacados por el Gobierno de Sánchez. Para Freixes, «todo ejecutivo ha de estar sometido al control de los jueces». Sánchez, en cambio, piensa que es él quien debe controlar a los jueces y ha terminado con la separación de poderes.
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