Un obrero del bien
Feliciano Correa
Jerez De Los Caballeros
Martes, 17 de junio 2025, 22:51
Uno de los gestos que nos resultan más impropios y hasta extraños, es el tener que tachar nombres en nuestra agenda. Y eso me sucede ... ahora, de tal modo que he decidido no borrarlo. El día 12 me comunicaban la marcha hacia esas paraderas azuladas, de las que todo ignoramos, del sacerdote Juan Antonio Jiménez Lobato. Lo conocí hace más de medio siglo y enseguida capté en él su espíritu abierto y una ancha actitud de servicio a los demás. Ayudaba sin preguntar por el pensamiento, la fe o la opinión política del favorecido. A su mucho esfuerzo se deben establecimientos donde se cultivaba el sentido hondo del compañerismo, la cordialidad y la generosidad, bajo el sello fraternal de las Hermandades del Trabajo. La residencia Virgen de Guadalupe, por él fundada en Punta Umbría, fue testigo de aquel ambiente donde, gracias a su carisma distendido y espléndido, cientos de extremeños pudieron conocer el mar. En Badajoz, la otra residencia, Virgen del Mar, posibilitó el acceso a la cultura a muchos estudiantes que, por no tener respaldo económico en sus familias, hallaron el camino que les hizo posible cursar estudios universitarios. Otras obras y actividades lo recuerdan que, por falta de espacio, no puedo aquí relacionar.
Glosar su dinamismo, contar su fortaleza de ánimo, saber de los retos que tuvo que superar ante la pachorra de la administración pública para que cuajara en realidades su empeño benefactor, merecería colocarlo entre los extremeños ilustres, junto a esos otros que han dado ejemplo en la contemporaneidad que habitamos. Fue un ser rebelde y valiente contra cualquier forma de injusticia o prejuicio, incluso aunque la misma procediera de la jerarquía eclesiástica. Muchas personas recordarán a este paisano que, ante la pobreza se crecía para hallar solución ejercitando el socorro. Quienes con él trabajaron, desde luego con suma generosidad y vocación caritativa, podría testimoniar que pocos como él. Gestor incansable para que sus obras siguieran. Sonrisa abierta y carácter fuerte eran sus armas para no dejar que sus propósitos fracasaran. Se ha marchado con las manos llenas. Sus números azules testimonian ese balance final, donde pesa sobre todo el amor que puso en su incansable bregar. Por eso superó los obstáculos que a otros más pusilánimes hubieran desanimado.
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