Matanzas USA

En todos los continentes hay gente desequilibrada y agresiva. Los hay ahora, los habrá en el futuro y los hubo en el pasado. Pero creo que solo en Estados Unidos se les permite ir armados y con facilidad para dar bala

Eugenio Fuentes

Domingo, 5 de noviembre 2023, 08:17

Me ocurrió en el año 2008, en Nueva York, al terminar un encuentro con lectores en la Biblioteca Riverside Branch. Uno de los asistentes, un ... español de unos sesenta años de edad, se acercó para comentarme algo sobre mi intervención, pero, como ocurre a veces, pronto pasó de la literatura a cuestiones personales. Había emigrado muy joven desde España a Estados Unidos, había hecho allí cierta fortuna y se calificaba a sí mismo de «self made man», con ese tufillo de arrogancia que a menudo emite esa figura. Aunque tenía la doble nacionalidad, después de cuatro décadas allí su mentalidad era estadounidense y ya no regresaría a España, a la que veía cada año más lejana y ajena a sus ideas.

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Lo que más le disgustaba de España era la poca defensa de la casa propia. Asumía como un mandamiento el dicho que repitió varias veces en inglés, pronunciado con pasión: ¡My home is my castle! Le escandalizaba que la justicia española condenara a alguien por defender su propiedad y me habló de una noticia sobre un vecino que había tenido problemas por haber matado de un disparo a un intruso a quien sorprendió robando en su domicilio. «Aquí, si alguien entra en mi casa, le doy bala, le doy bala», repetía, con la seguridad de que en Estados Unidos ninguna ley cuestionaría su reverendo comportamiento. Le extrañaba tanto la ley española que me preguntaba si la noticia era cierta y me sugirió que escribiera una novela sobre ese tema, que en USA alcanzaría mucho éxito.

Lo que había detrás de su actitud individualista y armada era una desconfianza radical hacia el otro y hacia la posibilidad de negociar unos intereses comunes en un grupo social. El grupo, según sus ideas, se reduce a la familia o a la comunidad religiosa, ideológica o étnica, y todo el que no pertenezca al clan es un posible enemigo del que hay que defenderse con fronteras muy altas que bajo ningún motivo pueden ser violadas.

De ahí el rechazo estadounidense al espacio público, a la plaza como lugar de reunión de la comunidad, que allí consideran una debilidad europea.

Creo haber leído en algún sitio que esa actitud bélica proviene de la historia de los pioneros en Estados Unidos, que comenzó con la construcción de una cabaña en la pradera en su avance hacia el Oeste y la feroz defensa a tiros de unas tierras contra viento y marea.

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Le pregunté si él guardaba armas en casa y me respondió que por supuesto, que tenía una pistola y un rifle.

En todo el mundo, en todos los continentes hay gente desequilibrada y agresiva. Los hay ahora, los habrá en el futuro y los hubo en el pasado. Pero creo que solo en Estados Unidos se les permite ir armados y con facilidad para dar bala.

Cuando Aristóteles advertía en su 'Política' que «La injusticia más insoportable es la que posee armas, y el hombre [armado] y sin virtud es el ser más impío y feroz», no sé si estaba pensando en su compatriota Cleómedes, el atleta que, armado con la fuerza bruta de sus puños, es un antepasado de los actuales matarifes USA.

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En el libro VI de su monumental 'Descripción de Grecia', cuenta Pausanias una matanza de niños sucedida en una escuela de una isla griega. Cleómedes de Astipalea, un púgil con una fuerza descomunal, mató en un combate en unas olimpiadas a su adversario usando una excesiva brutalidad. Los jueces le retiraron la victoria y el violento Cleómedes, lleno de rabia, fue al pueblo de su adversario, entró en una escuela y derribó la columna que sostenía el techo. Mató a los sesenta alumnos que había dentro.

Eso ocurría hace dos mil quinientos años, pero se siguen repitiendo los episodios de despecho de tipos que desatan su rabia contra víctimas colaterales: hace unos días se ha producido un nuevo tiroteo en Estados Unidos, el 565 del año 2023, considerando tiroteos aquellos en los que hay al menos cuatro muertos o heridos que no sean de una misma familia. La cifra es brutal, pero lógica en un país con 393 millones de armas de fuego en manos de civiles. Ha sucedido en Maine, donde está permitido ir armado por la vía pública. El pistolero se llamaba Robert Card y ha matado a 18 personas y herido a muchas más, a quienes probablemente ni siquiera conocía.

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Seguramente Robert Card sentía odio hacia la comunidad por algún agravio real o paranoico. Pero lo más delirante es que a alguien con problemas mentales se le permitiera tener armas de guerra y ser instructor de tiro.

No hay menos muertes violentas en Europa que en Estados Unidos porque los europeos seamos por naturaleza más civilizados y pacíficos que los estadounidenses. Hay menos muertes violentas en Europa porque aquí hay menos armas, porque no existe una cultura que ensalce la violencia y la ley del más fuerte ni unas leyes siniestras que permitan que uno guarde en el armario de su casa un kalashnikov y mil balas con las que disparar a un intruso que ronda el jardín, a los clientes de un restaurante, de una bolera o de un supermercado.

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Al menos de momento, por aquí la boba imitación de las costumbres estadounidenses parece limitarse a los ritos de Halloween de estos días pasados.

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