Tabaquismo: el precio de la inacción política en Extremadura
No hay planes efectivos, no hay estrategias claras, no hay ninguna partida para luchar contra el principal problema de salud pública en los presupuestos 2025 de nuestro gobierno regional
Emilio Salguero Chaves
Enfermero y médico de familia. Coordinador para Extremadura del Grupo de Trabajo «Abordaje al Tabaquismo» (GAT) de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (SemFYC)
Viernes, 29 de noviembre 2024, 22:58
En las casas, en los hospitales, en los entierros… El sufrimiento causado por el tabaquismo está presente en todos los rincones de nuestra comunidad. Pero, ... mientras las familias enfrentan la pérdida de seres queridos, mientras jóvenes que podrían tener un futuro brillante caen en la trampa de una adicción evitable, el Gobierno extremeño permanece inmóvil. No hay planes efectivos, no hay estrategias claras, no hay ninguna partida para luchar contra el principal problema de salud pública en los presupuestos 2025 de nuestro gobierno regional.
Según los datos del Instituto Nacional de Estadística, hace 13 años Extremadura ocupaba un lugar medio en la prevalencia de tabaquismo entre las comunidades autónomas. Hoy, según los datos de este organismo, tenemos la prevalencia mayor de España; es nuestra región donde más lentamente está disminuyendo la proporción de fumadores en la población. Y esto no se debe al azar ni a factores incontrolables. Esta situación es fruto de la pasividad de nuestros gobiernos regionales, que sucesivamente han ignorado las evidencias, los ejemplos exitosos de otros territorios y, sobre todo, a las personas que enferman, sufren y mueren prematuramente a causa de una enfermedad prevenible, tratable y curable.
Navarra ha demostrado que la lucha contra el tabaquismo es posible, efectiva y rentable. Gracias a políticas valientes y a la inversión en programas de prevención y tratamiento, como la financiación de tratamientos farmacológicos antes de que lo hiciera el gobierno central, esta comunidad ha logrado reducir a la mitad su prevalencia de fumadores (28,3% en 2009, 14,7% a finales de 2022). Este logro no solo se traduce en menos enfermedades y menos muertes prematuras, sino también en mejor calidad de vida de sus ciudadanos y en un ahorro significativo en costes sanitarios.
En Extremadura, mientras tanto, seguimos sin un Plan Integral de Prevención y Atención al Tabaquismo. No hay campañas de concienciación lo suficientemente potentes, ni programas de deshabituación accesibles y eficaces para todos los que quieren dejar de fumar. Es como si las autoridades pensaran que las vidas perdidas por el tabaco son un precio aceptable. Pero ¿cómo puede ser aceptable que casi dos mil extremeños mueran cada año por una causa que podríamos evitar?
No se trata solo de números o estadísticas, sino de personas. Cada cigarrillo encendido se traduce en un corazón que deja de latir antes de tiempo, en una familia que pierde a un padre, una madre, un hijo o un amigo. Se traduce en niños que crecen sin sus abuelos, en jóvenes que cargan con enfermedades respiratorias crónicas y en adultos que enfrentan cánceres devastadores.
Además del sufrimiento de quienes consumen tabaco, está el de sus familias. ¿Cuántas lágrimas se derraman en los hospitales? ¿Cuántos sueños se desvanecen en un diagnóstico? Cada muerte prematura deja tras de sí un vacío imposible de llenar. Sin embargo, el gobierno extremeño parece más preocupado por otras prioridades, como si los ciudadanos no merecieran su esfuerzo en esta batalla.
El tabaquismo no solo mata; también es un lastre económico. Los costes sanitarios derivados del consumo de tabaco en forma de hospitalizaciones, atención médica y medicamentos son enormes. A ello se suman las pensiones por incapacidad, las bajas laborales y el impacto en la productividad. Invertir en la prevención del tabaquismo no es un gasto, es una inversión con retornos incalculables. Cada euro destinado a programas de cesación y campañas educativas se traduce en menos gasto público a largo plazo y, lo más importante, en vidas salvadas.
¿Dónde están las prioridades del Gobierno extremeño? El abandono recurrente por parte del Gobierno regional en la lucha contra el tabaquismo es, además de negligente, inmoral. Cada día que pasamos sin un Plan Integral de Tabaquismo es un día en el que más extremeños enferman y mueren. ¿Cuántas vidas más deben perderse para que esta epidemia sea tratada con la seriedad que merece?
La ausencia de inversión en programas de prevención y tratamiento en los próximos presupuestos 2025 no es una casualidad, es una decisión política. Y como toda decisión, tiene consecuencias. La pasividad del actual Gobierno extremeño perpetúa un ciclo de enfermedad, sufrimiento y muerte que podría romperse con la voluntad y los recursos adecuados. El ejemplo de Navarra y otras comunidades autónomas demuestran que sí se puede. En Extremadura tenemos el conocimiento, los datos y las herramientas necesarias. Lo que falta es un compromiso real. Un compromiso que valore la vida de cada ciudadano por encima de excusas inconfesables.
El Gobierno extremeño tiene en sus manos, ahora, la oportunidad de cambiar el rumbo. Nuestros ciudadanos merecen un gobierno que los proteja, que invierta en su salud y que apueste por su futuro. Porque cada vida importa. Porque cada cigarrillo encendido es una oportunidad perdida de actuar. Y porque, al final, no hay excusas válidas cuando hablamos de salvar vidas. ¿Cuántos muertos más necesita para entender la urgencia de un Plan Integral de Tabaquismo?
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