Landero, ay Landero! Exquisito tallador de las palabras. Qué grande se hace lo pequeño y qué inmenso lo grande cuando tú lo explicas. Cuánta hondura ... y rotunda verdad en tu discurso, cuánta humillación, cuántas cuitas arrancadas del alma y esparcidas al viento, cual legítima queja de tu gente y tu pueblo. Todo dicho desde un púlpito de piedras milenarias. Con qué modestia, y a la par con qué orgullo, referiste quién eres al hablar de los tuyos, que también son los míos, defendiendo tu tierra en su justa medida y sus justos valores. Retratados por ti, son los que son. ¡Qué de agradecer que así seas, y que lo digas como lo dices, y lo cuentes como lo cuentas! Y que, como pocos, grites tan claro lo que otros se callan o no pregonan bien. Cuánta elegancia y razón al describir las cosas que nos pasan, cómo nos tratan, y que dichas por ti quedan escritas para siempre. Tanto te lo agradezco y tanta fue mi emoción al escucharte que mis capacidades no alcanzan a glosar tu altura.
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Sí, como bien dices, Extremadura es «bonita, hospitalaria, noble, simpática, trabajadora, aventurera, meca del jamón y de todo lo ibérico…». Estera de todos los tópicos que otros nos suelen regalar, pero escasamente considerada secularmente en foros artísticos y culturales, en los que otras regiones se disputan a codazos, políticamente, dudosos primeros puestos en el ranking mentido de la historia. Poseyendo ellas muchísimo menos bagaje del que atesora Extremadura, pues cultura, talento y otras cualidades no son fruto de estudios partidarios, ni de ciencias engañosas. Las llevamos en la sangre, y de esa herencia estamos colmados desde hace siglos.
¿Cómo es posible entonces que a estas alturas siga siendo nuestra tierra la Cenicienta, como siempre lo fue, al servicio de avarientas princesas y falsas reinas que con desprecio la miran y tratan? Tú lo denunciaste, gladiador del verbo frente al mundo, con el brillo y la autoridad que solo pueden permitirse los elegidos. Que de Extremadura fueron quienes sin ser de mar navegaron a lugares remotos, conquistaron tierras, sembraron su lengua y sus costumbres. Sin embargo, aún hoy, por poner solo un ejemplo, nuestra patrona rinde cuentas en Toledo, siendo de Guadalupe y residiendo allí. Los trenes que nos acercan y nos alejan son también los Cenicientos de todas las vías de España. ¡Ay, Landero, Luis Landero! Tan importante, tan brillante eres, que a algunos todavía les cuesta creer que seas de Extremadura.
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