El apartheid afgano
Anabel Rodríguez
Martes, 3 de junio 2025, 07:23
Hace una semana tuve la suerte de entrevistar en el programa de Canal Extremadura 'El sol sale por el oeste' a Khadija Amin, quien en ... compañía de la periodista Amalia Sánchez Sampedro han estado impartiendo unas charlas llamadas 'Los libros y la libertad de las mujeres afganas', en diferentes sedes de la Fundación CB. Desde que comencé a escucharlas sentí que la piel se me erizaba al pensar lo que están viviendo y, es que, las mujeres afganas viven en un régimen de apartheid teocrático. La religión empleada como arma de destrucción de la mitad de la población. Los talibanes han logrado en cuatro años conducirlas, de nuevo, a un régimen de terror. No pueden salir de casa, ni por supuesto estudiar más allá de sexto curso. Hay niñas que prefieren suspender porque así se aseguran de poder estar un tiempo más en el colegio y no verse recluidas tan pronto. Las mujeres no pueden tener profesión alguna, son un objeto en poder de hombres que viven a sus anchas en una sociedad que odia a la mujer.
Khadiya tuvo que huir en el año 2021, pero aún son más las que permanecen presas en el país, condenadas por el mero hecho de nacer mujer. Sin embargo, la periodista afgana y otras compatriotas están trabando en la asociación Esperanza de Libertad, para que precisamente eso tan importante, la esperanza de ser libre, no muera del todo.
Afganistán es una vergüenza internacional, en la que unos extremistas religiosos han decidido acallar voces para siempre y no cualquier voz, esencialmente la femenina. La sumisión a la que se ven sometidas es inaceptable. El burka es una prenda horrible que esconde a la persona, que la cosifica, que la desdibuja, la invisibiliza. No poder trabajar, no poder estudiar, no poder salir de cuatro paredes, verte obligada a casarte cuando aún eres niña, no poder reclamar la custodia de tus hijos, sí los que has parido tú… son sólo algunos de los abusos que padecen las afganas.
Y en estos años nos hemos olvidado de ellas. Pero están y es importante hacer el esfuerzo de no olvidar y luchar porque nuestros gobiernos actúen. Occidente, que tantas veces usa la bandera de los derechos humanos para justificar guerras e intervenciones, ha abandonado a estas mujeres a su suerte. Ya no hay conferencias de prensa, ni resoluciones urgentes. No están de moda. Su dolor ha dejado de ser noticia hace tiempo y esa indiferencia duele tanto como la represión que padecen. Recordarlas, nombrarlas, es una forma de lucha. Ellas no necesitan nuestra lástima: necesitan nuestra voz y podemos dársela.
Da un pequeño paso y si hoy entras en internet, busca Esperanza de Libertad y sigue a esa asociación, dale un 'like', comenta, comparte. Hazlo porque merece la pena, porque permanecer indiferente ante la injusticia y el olvido nos puede hacer cómplices de crímenes atroces. Hazlo por ellas por las que están, por las que vendrán por las que no tienen rostro ni voz.
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