
El otro ayuntamiento
Bien organizados y dirigidos los funcionarios municipales son eficaces; pero en caso contrario, no tanto
Alberto González
Cronista oficial de Badajoz
Viernes, 14 de julio 2023, 23:31
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Alberto González
Cronista oficial de Badajoz
Viernes, 14 de julio 2023, 23:31
El ayuntamiento es siempre cuestión de interés para los habitantes de una ciudad, y tanto en los medios de comunicación como en boca de la ... gente, objeto de comentario continuo. Porque lo que hace o no hace el ayuntamiento, y cómo lo hace, repercute de modo directo en la vida de los vecinos. Por eso se habla de impuestos, aparcamientos, baches, el árbol perdido, la lentitud de las obras o el calvario que supone cualquier trámite oficial. La plataforma única será tema de debate durante mucho tiempo.
Objeto de atención particular son sus entresijos políticos, que si siempre activos, en ciertos momentos alcanzan efervescencia especial. En Badajoz, desde que en 2019 se acordó repartir la alcaldía entre dos, hasta las elecciones del pasado 23 de mayo, los hechos más impensables se han sucedido ofreciendo episodios insólitos.
Pero junto al político hay otro ayuntamiento al que suele prestarse menos atención. El que forman no alcalde, concejales y figuras que se relevan cada cuatro años, sino el administrativo estable. Los funcionarios que hacen que al margen de lo político la ciudad funcione. Los costaleros que en la sombra mueven el artefacto municipal, a menudo indicando el camino al capataz oficial. Suelen ser cualificados y eficaces, y muchos se hacen también un nombre fuera del ayuntamiento. Algunos son más recordados que los mismos ediles titulares de sus servicios. Bien organizados y dirigidos son eficaces; pero en caso contrario, no tanto. Y se empecinan en cosas propias pueden ser un gran problema.
Citar siquiera una pequeña parte de su nómina es inviable. Pero algunos son de obligada mención, y en ellos se incluyen todos los demás. Muchos aún permanecen en el imaginario colectivo por su actuación.
Sin hablar de los actuales, que les resultan asimilables, son los Rodolfo Martínez, Antonio Juez, Antonio Caballero Cidra, Juan, Pepe y José Alberto Alba. Los tres Cerezo. Alfredo Yanguas, Fernández Urosa, José María Aguado, Nicomedes Florencio Castro, Pedro Alcalde, Juan Tena, Modesto Lerma, Manuel Almeida, Felipe Valencia, Salvador García Márquez, Roberto Serrano, Alfredo Martín, Pedro Benito Wetteler, Paco Guisado, Juan Villasán, Santiago Algaba, Balbino Cardeñosa, o el capitán Panduro y la caja de reclutas. Agustín Flores, Ignacio Gaspar y Ventura Vaca. José María Martínez de la Concha, José María Martínez de Llera, Luis Monfort y Ramón Crespo, quizá los que más han sabido de urbanismo. O, más cercanos, Juan José Gómez García, Pedro José Peña, Fernando Bermejo, Paco Ramírez de la Merced y Miguel Bonilla, titulares de los servicios de agua, electricidad, bomberos, jardines y vías y obras.
O Alberto González Contreras, modelo de funcionario riguroso, que hizo de la UVA el núcleo más floreciente de la ciudad. Que, por cierto, ningún lazo familiar tiene con este cronista.
Y María Dolores Gómez Tejedor, Luisa López Macarro, Petra Carbonero, Encarna Pulpón, Carmen Ramírez, María Jesús Matallana, Paquita Mateo, o la desbordante guardia-telefonista, Soledad Caramazana.
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