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Urnas y acuerdos

La sucesión de elecciones pondrá a prueba el equilibrio de fuerzas en el nuevo mapa político surgido tras el bipartidismo

Jueves, 1 de enero 1970

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El hartazgo social derivado de la gestión de la crisis económica ha elevado el listón de la exigencia ética por parte de la sociedad y removido el mapa de partidos en España. La irrupción de Podemos y Ciudadanos en el panorama nacional a partir de 2015 ha dinamitado el bipartidismo sólidamente asentado desde el inicio de la Transición. Ese modelo ha mutado en uno nuevo, que ha venido para quedarse, con cuatro grandes fuerzas en el escenario. El agitado calendario electoral que se abre con las autonómicas andaluzas del 2 de diciembre y continuará con la múltiple cita de mayo –locales, regionales en algunas comunidades y europeas– consolidará ese mapa, similar al que se registra en países de nuestro entorno. La fragmentación del voto resultante de él ha de empujar a las formaciones políticas a incorporar a sus pautas de funcionamiento el diálogo constructivo y la flexibilidad necesaria para llegar a puntos de encuentro y construir así mayorías estables en las instituciones. Los pasos en ese sentido dados en los últimos años son manifiestamente insuficientes. Así lo demuestran no solo la inoperancia del último Gobierno del PP y la extrema precariedad del actual para aprobar cualquier proyecto. También la parálisis de grandes ayuntamientos y de algunas comunidades por la falta de entendimiento entre los principales partidos. Sean cuando sean las próximas elecciones generales, tras ellas habrá previsiblemente un Gobierno de coalición, algo inédito desde la restauración de la democracia. El acuerdo presupuestario entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias no deja de ser un banco de pruebas para un hipotético pacto de legislatura futuro en la Moncloa. Una alianza que el PSOE y Podemos extenderán allá donde puedan en comunidades y ayuntamientos a partir de los comicios de mayo. La sintonía entre ambas formaciones, reforzada a raíz de la moción de censura que derrocó a Rajoy, y el relevo al frente del PP han polarizado el mapa político en torno al eje izquierda/derecha, mientras el centro se queda huérfano a la espera de quien quiera ocuparlo. La sucesión de elecciones en los próximos meses pondrá a prueba el actual equilibrio de fuerzas entre los grandes partidos, el soterrado pulso que libran Sánchez e Iglesias y la áspera pugna entre Pablo Casado y Albert Rivera por el voto liberal-conservador. La campaña sin pausa en la que se va a adentrar el país no debería impedir ni un debate sosegado sobre las principales inquietudes de la ciudadanía ni eventuales acuerdos en torno a asuntos prioritarios, como la forma de encarar el 'procés' o el futuro de las pensiones.

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