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En tierra de nadie

Solo la entereza de May parece capaz de evitar que las desavenencias entre los conservadores por el 'brexit' empantanen al Reino Unido y lo distancien más de la UE

Viernes, 16 de noviembre 2018, 00:26

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La primera ministra británica, Theresa May, anunció con satisfacción al atardecer del pasado miércoles que su Gobierno había aprobado el borrador de acuerdo alcanzado con la UE para hacer efectivo el 'brexit'. Apenas unas horas después, la dimisión de cuatro integrantes del Ejecutivo, primero, y la oposición mostrada por parlamentarios conservadores y por la bancada laborista después revelaron una situación radicalmente distinta a la que quiso mostrar la víspera. Su comparecencia pública de ayer en la que intentó reafirmar su liderazgo pudo servir para contener la hemorragia. El 25 de noviembre se reunirá el Consejo Europeo para dar su visto bueno al documento acordado con May. El Parlamento británico celebrará el 18 de diciembre el pleno preceptivo para aprobarlo. Pero esta agenda está sujeta, lógicamente, a la superación de la crisis política que atraviesan las instituciones británicas y el propio Partido Conservador. El 23 de junio de 2016, el 51,9% de los británicos que votaron en el referéndum lo hicieron a favor de salir de la UE, mientras que el 48,1% se inclinaba por la continuidad. La gestión de un resultado tan ajustado invitaba a negociar los términos de la ruptura. Sin embargo, los sectores que mayor fobia sienten hacia la Unión han llegado a acusar a May de alterar el sentido del referéndum del 'brexit'. El líder laborista, Jeremy Corbyn, llevaba razón ayer cuando achacaba el caos existente a las tensiones que viven los conservadores. Aunque debió añadir que su formación ha sido también responsable del empantanamiento político que padece el país desde que en 2015 asomó la posibilidad del 'brexit'. La salida de la UE se convirtió en la causa en la que concurrían intereses y prejuicios muy diversos, que obligaron a situarse a la defensiva a los proeuropeos, conduciendo a dirigentes de los principales partidos a actitudes de calculada ambigüedad. Los tiras y afloja a cuenta del 'brexit' esconden pugnas internas y aspiraciones personales que recurren al asunto para trazar una suerte de divisoria entre leales y traidores al Reino Unido. Theresa May advirtió de nuevo que la única alternativa al acuerdo con la UE es el «no brexit». Pero cuando se dirigió al Parlamento subrayando que se trataba de un borrador, pareció abrir la puerta a que las divergencias internas se salden mediante modificaciones del documento negociado. Un supuesto que comprometería la posición de la Unión si afectase a aspectos sustantivos del acuerdo. El Gobierno y el Parlamento británicos corren el riesgo de situar al país en tierra de nadie. Solo la entereza de May parece capaz de evitarlo.

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