Superdomingo electoral
Sánchez debería tener en cuenta que, aunque fijar la fecha de las generales le da ventaja táctica, delata que es su único poder pleno
Martes, 20 de noviembre 2018, 00:15
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El ministro de Fomento, José Luis Ábalos, y el presidente Pedro Sánchez dieron verosimilitud ayer a la eventualidad de que a las elecciones locales, autonómicas y europeas del próximo 26 de mayo se le sume la convocatoria anticipada de comicios generales. De esa manera, el Gobierno socialista ha abierto el abanico de posibilidades a las que enfrenta al país: lograr la tramitación de unos Presupuestos del Estado propios; optar, en su defecto, por la prórroga de los de Rajoy, complementados con decretos-leyes; o proceder a la disolución de las Cortes a comienzos de 2019. La inmediata celebración de las autonómicas andaluzas y la posible concurrencia de tan cruciales elecciones en el plazo de cinco meses suscita un sinfín de especulaciones sobre qué calendario conviene más a unos partidos o perjudica a otros. Pero que el Gobierno reconozca públicamente que no tiene ni idea de lo que va a pasar, ni con los Presupuestos ni con las elecciones, no solo afecta a sus circunstanciales aliados y a sus acérrimos adversarios. Concierne al país en su conjunto, a la economía española, a la estabilidad institucional, a la confianza ciudadana. Desde el restablecimiento de la democracia, los gobiernos nacionales y autonómicos trataron siempre de culminar la legislatura correspondiente, con muy contadas excepciones. La fragmentación del arco partidario obliga a ajustar tanto los comportamientos de las formaciones tradicionales como los de las emergentes en los últimos años. Está en juego algo tan importante como la gobernabilidad, en una España que no acaba de abrirse paso hacia las coaliciones de gobierno que han ido asomando en distintas autonomías. Pero lo más preocupante en las declaraciones de Ábalos, primero, y de Sánchez, después, es el tono jactancioso con el que pretenden manejarse respecto a la determinación del calendario electoral. La incógnita que el presidente y su estrecho colaborador en el partido abrieron ayer es descomunal para los propósitos de un PSOE que no puede olvidarse de su precariedad parlamentaria. Lo es porque compromete al país. Pedro Sánchez debería cuidarse muy mucho de creer que su potestad para fijar la fecha de las próximas generales le confiere una ventaja determinante porque esa potestad revela también una situación patética: que no cuenta con más atribuciones plenas que esa.
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