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Salazar, otra piedra en el feminismo de Sánchez

El exalto cargo acusado de acoso sexual por trabajadoras de Moncloa era uno de sus hombres de máxima confianza

Domingo, 7 de diciembre 2025, 00:04

Un incendio recorre el PSOE. E interpela directamente a Pedro Sánchez. La gestión de las denuncias de acoso sexual conocidas el pasado julio contra Paco Salazar ... , una vez más un hombre de su máxima confianza, no es la mayor crisis política a la que se enfrenta el presidente del Gobierno en esta legislatura, pero posiblemente sea el asunto que, de puertas adentro, más daño le haya hecho desde que recuperó las riendas de su partido en 2017; una gesta en la que Salazar, sevillano contrario a la expresidenta de la Junta de Andalucía Susana Díaz, tuvo un papel relevante. Como José Luis Ábalos. Y como Santos Cerdán, con el que en esos días compartió piso.

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El que fuera, hasta que afloraron las acusaciones en su contra, secretario general de Coordinación Institucional de la presidencia del Gobierno y miembro de la ejecutiva del partido, puede ser un desconocido para el gran público. Pero en el PSOE es sabido que pocos han tenido en estos años una relación tan directa con el jefe del Ejecutivo, aunque fuera entre bambalinas. Y por eso las sospechas de que el propio presidente haya querido que el asunto quedara en un cajón, reales o, como sostienen en Ferraz, infundadas, han logrado prender.

Los antecedentes no ayudan. Sánchez arguyó el martes que en el ámbito personal Ábalos resultó ser para él un «gran desconocido». Sin embargo, en el PSOE está asumido que cuando decidió prescindir de él en 2021 fue porque algunas mujeres del partido le hicieron llegar sus correrías con prostitutas –pecado mortal en una formación que se proclama feminista y abolicionista– y, a pesar de todo, lo volvió a incluir en las listas electorales y solo marcó distancias cuando lo que afloró en su contra fue el caso de corrupción por el que hoy está en prisión.   

«¿Que cómo se explica esto?», se pregunta una feminista distanciada hace tiempo de la dirección sobre la falta de diligencia que, durante cinco meses, ha mostrado la comisión antiacoso del PSOE con las denuncias contra Salazar. «Concentración de poder en manos de cuatro amigos del jefe, el único que decide, y desprecio a las mujeres y al feminismo. Ha sido así desde el principio», se responde.

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El principio

¿De dónde viene la relación del jefe del Ejecutivo con el político sevillano? De lejos. Salazar formó parte del equipo que, aparentemente con todo en contra, ayudó a Sánchez a recuperar la secretaría general tras la guerra fratricida de 2016. Pero ya había estado con el líder caído antes, en 2014. Solía contar que fue él–ahijado político del alcalde de Dos Hermanas Quico Toscano, uno de los principales alientos del hoy presidente del Gobierno cuando no se le conocía por nada más que por haber sido concejal en Madrid y 'machaca' en segundo plano de Ferraz– quien, en su coche, le fue abriendo puertas en Andalucía. Salazar fue primer edil de su pueblo natal, Montellano.

Tras las primarias de 2017, entró en la ejecutiva como responsable de análisis electoral, dentro de la estructura de Organización. «Era el que viajaba con Ábalos al principio», recuerda un excolaborador. Tras la moción de censura contra Mariano Rajoy, pasó a dirigir un equipo focalizado en el análisis demoscópico pero en La Moncloa, ya con todos los recursos que da estar en la Administración a su disposición. Y, poco después, se convirtió en el número dos de Iván Redondo, jefe de Gabinete de Sánchez hasta la gran crisis de Gobierno de julio de 2021 que lo condujo a una breve etapa de exilio dorado al frente del Hipódromo de la Zarzuela.

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Apenas un año después, sin embargo, Sánchez lo recuperó de nuevo en Moncloa, hasta el punto de crear un puesto específico para él, el de secretario general de Planificación Estratégica. Según fuentes del partido, Salazar, ingeniero técnico agrícola pero muy aficionado a la demoscopia –se licenció por la UNED en Políticas y Sociología en 2017–, había empezado meses antes a mandar análisis 'motu proprio' al presidente, hasta que este pidió a Óscar López, sucesor de Redondo, que lo incorporara a su equipo. «Es un encantador de serpientes; dice lo que quieres oír», dice un crítico.

Red de contactos

En ese engranaje encajó bien porque Salazar tenía de antemano una relación muy próxima con Antonio Hernando, segundo de López. De hecho, desempeñó un papel crucial en la reconciliación entre el jefe del Ejecutivo y el que fuera defensor de la abstención en la investidura de Rajoy en 2018. Fue quien animó a Hernando, amigo íntimo de Sánchez durante años y portavoz parlamentario en su primer mandato, a intentar retomar el contacto con él en 2021. Hoy Hernando y su mujer, Anabel Mateos, forman parte de la ejecutiva en la que el sevillano también iba a entrar como adjunto a la secretaría de Organización, Rebeca Torró, a la que, según varias fuentes, él recomendó para el puesto.

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Aunque hay quien le niega el más mínimo brillo intelectual, el olfato político que otras fuentes le reconocen no solo conquistó a Sánchez. Salvador Illa le agradeció públicamente su ayuda y colaboración en la noche electoral de las catalanas de febrero de 2021, en las que el PSC volvió a situarse, después de más de una década, como alternativa creíble al independentismo. En el entorno del presidente de la Generalitat desmienten ahora que el PSC le haya contratado como consultor externo. También tenía buena relación con María Jesús Montero y, como atestigua la foto reciente en un restaurante de Madrid, con Pilar Alegría.

En el Ejecutivo siempre han asegurado que jamás les llegó que Salazar tuviera conductas, que ahora tildan de «vomitivas», como las descritas por las denunciantes («Escenificó en medio del despacho una felación con todo lujo de detalles sin venir a cuento», describió una de ellas). Un antiguo miembro de su equipo en La Moncloa, hombre, muestra su sorpresa, sin embargo, no hacia esos testimonios, sino hacia lo que el PSOE ha hecho con ellos. «Perplejidad es la palabra más suave que tengo para calificar cómo han gestionado la situación», comenta. «Lo fundamental es que las denunciantes sean escuchadas, con un máximo de garantías y de empatía».

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Cuando en julio estalló el caso, con una información de eldiario.es que recogía el relato de otras dos chicas el día en el que Salazar iba a ser nombrado secretario de Organización adjunto, hubo quien miró hacia la exnúmero dos del PSOE, Adriana Lastra, la primera en decir que quedaba inhabilitado para el cargo. «Se está cobrando la pieza porque Salazar descubrió (en 2022) su 'conspiración'», dijeron. Hoy le dan la razón.

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