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Presupuestos o elecciones

Carece de sentido prolongar de forma artificial la legislatura si el Gobierno no aprueba sus Cuentas

Domingo, 11 de noviembre 2018, 23:51

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A punto de cumplirse tres años de las elecciones generales de 2015, repetidas el 26 de junio del siguiente año por la incapacidad de los partidos para investir un presidente del Gobierno, la legislatura más improductiva desde el inicio de la Transición avanza sin resultados tangibles y, conforme pasa el tiempo, más despojada de razones que justifiquen su continuidad. A la parálisis del último mandato de Rajoy por su minoría parlamentaria ha sucedido un Ejecutivo de Pedro Sánchez atado de pies y manos por una precariedad aún mayor en el Congreso. Cinco meses le han bastado para comprobar lo temerario que resulta fiar la gobernación del país a la mezcolanza de apoyos que le permitió ganar la moción de censura. Una variopinta alianza con el único nexo común de desalojar al PP del poder y carente de una argamasa programática o ideológica en torno a la que construir un proyecto de país. Poco antes de llegar a la Moncloa, Sánchez sermoneaba a Rajoy que si era incapaz de aprobar los Presupuestos solo le quedaban dos opciones: adelantar las elecciones o someterse a una cuestión de confianza. Resulta poco comprensible que el ahora presidente haya desechado ya sus propios consejos y se declare dispuesto a prorrogar un año más las Cuentas del PP, que el PSOE rechazó por «antisociales», si no consigue apoyos suficientes para su propio proyecto. Por mucho que lo parchee con decretos leyes para introducir cambios –que, en todo caso, deberían ser convalidados a posteriori por una mayoría en el Congreso–, la fórmula no resiste el menor análisis. Sánchez no puede cometer el error de presentar públicamente al independendismo catalán como dueño del escenario político y dejar el futuro de la legislatura en sus manos, como hizo semanas atrás en una exhibición de debilidad y dependencia. Pero si los secesionistas se atrincheran en tumbar los Presupuestos salvo que el Gobierno se pliegue a exigencias imposibles, poco sentido tiene estirar en el tiempo un mandato sin garantías de poder aprobar en él proyecto alguno. Es lógico que el Ejecutivo quiera explorar hasta el final las posibilidades de éxito de sus Cuentas. Si fracasa en el intento, a nada conduciría prolongar artificialmente una gestión vacía de contenido. Las encuestas favorables al PSOE deberían despejar los recelos de Sánchez hacia una disolución de las Cortes en los próximos meses.

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