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Los líderes del PP y Ciudadanos se saludan en un pleno del Congreso tras las elecciones generales del 28 de abril. EFE
El PP no ve posible España Suma como un café para todos

El PP no ve posible España Suma como un café para todos

Cargos populares sostienen que la búsqueda de una coalición en la derecha puede restar más que beneficiar en algunos territorios

Nuria Vega

Madrid

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Domingo, 1 de septiembre 2019

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Un plan con «aristas». La propuesta España Suma, una oferta de coalición en la derecha que nace en el PP para superar los efectos de la fragmentación en las urnas, ha generado adhesiones pero también recelos en las filas del partido. A falta de concreción en la cúpula nacional, las direcciones territoriales han puesto de manifiesto que no es posible un café para todos, que la iniciativa podría restar más que aportar en según qué comunidades, y que eso obliga a una reflexión, también en el ámbito nacional, que despeje, entre otras cuestiones, si Vox está o no invitado a formar parte de la marca.

Todos en el PP asumen, más aún tras el derrumbe electoral del 28 de abril, que necesitan volver a aglutinar a todo ese electorado a la derecha del PSOE que, a día de hoy, tiene tres partidos entre los que elegir. La fundación que dirige el expresidente del Gobierno José María Aznar llamó a esa tarea la «reconstitución» del espacio político que tradicionalmente han ocupado los populares. «La dispersión penaliza -concluyó FAES el día después de las generales-; la suma, beneficia».

Reconstitución, refundición de la derecha, refundación incluso. Son muchos los términos que se han empleado en el PP con el objetivo de que, en el largo plazo, el partido vuelva a ser la «casa común». Y, con ese reto en mente, surgió en julio España Suma. El secretario general de los populares, Teodoro García Egea, registró el nombre en la Oficina Española de Patentes y Marcas. Pero también lo hizo con todas las derivadas autonómicas. Galicia Suma, Andalucía Suma, País Vasco Suma... «Por si acaso». El gesto, sin embargo, encendió algunas alertas.

La dirección ha lanzado su oferta a Ciudadanos para unas hipotéticas elecciones generales

Si se trata de estimular al electorado, de llamar a concentrar el voto y de hacer ver que es el PP el partido que más esfuerzos realiza para lograr tomar el relevo de la izquierda en la Moncloa, en las filas conservadoras aceptan el movimiento. Ahora bien, con matices. En público, tanto Pablo Casado como su portavoz en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, han trasladado la oferta a Ciudadanos y a aquellas formaciones regionalistas que, como UPN, Foro Asturias o el PAR, ya han concurrido con los populares en anteriores comicios. ¿Pero qué ocurre con Vox? Aunque no es el principal receptor de la propuesta, tampoco ha sido descartado.

Coaligarse con Vox para unas elecciones merecería capítulo aparte en el PP, donde la relación con el partido de Santiago Abascal sigue siendo complicada. Unos reconocen los puntos en común, que han facilitado acuerdos de investidura en Andalucía, la Comunidad de Madrid o Murcia. Otros inciden, sin embargo, en que los suyos son proyectos sustancialmente distintos. Y en el caso del País Vasco, Alfonso Alonso se ha apresurado a dejar claro que de ninguna manera contempla sumar con esta formación. Respecto a Ciudadanos, la condición siempre sería que los de Albert Rivera accedan a la defensa de la foralidad y el Concierto Económico.

Fortalecer las siglas

Tanto en este territorio como en Galicia se celebrarán elecciones, si no hay adelanto, el próximo año. Y en ambos territorios, por razones distintas, se trabaja más en robustecer el proyecto bajo las siglas PP que en articular ahora mismo alianzas. En el País Vasco, el partido celebrará en septiembre una convención para reforzar su «acento propio». Tanto dentro como fuera de esta comunidad, las fuentes consultadas coinciden en que el discurso con «tendencia centralista» que han detectado en Génova, perjudica allí donde se convive con el nacionalismo de derechas y se precisan rasgos regionalistas para garantizar la implantación y cortar el paso «al CiU de turno». «A distintos enfermos -apuntan- no les sirve la misma receta».

Ponen como ejemplo el PP gallego, que, además, al menos hasta ahora, ha frenado el crecimiento de Ciudadanos, aunque en las generales logró hacerse con dos diputados, y Vox. Con mayoría absoluta y habiendo aunado a todo el electorado del centro derecha, también en la dirección reconocen que Galicia Suma no va a ningún sitio. A nadie se le escapa, en cambio, que el rechazo de Alberto Núñez Feijóo a la marca autonómica -«aquí no es necesario»- está acompañado de una reivindicación de la fortaleza de las siglas del partido en su comunidad, donde los suyos se enorgullecen de un discurso «centrado y moderado», algo que se habría perdido en el PP nacional. Y eso es lo que subyace.

En la dirección de Casado, en cambio, de momento sólo han expresado una oferta global a Ciudadanos, sin entrar en el terreno autonómico, aunque el punto de partida sea Navarra Suma. Piensan en elecciones generales y también en que si la propuesta no prospera, quizá sea posible el entendimiento, con cualquiera de las formaciones de la derecha, en algunas circunscripciones o en las listas del Senado, donde la división de voto ha sido letal.

La alianza habría sido la primera fuerza en las generales del 28-A con 140 escaños

Si PP y Ciudadanos se hubieran presentados coaligados bajo el paraguas de España Suma a las pasadas elecciones generales del 28 de abril hubiera sido la fuerza más votado, pero la alianza tampoco hubiera podido gobernar. La suma de los dos partidos hubiera permitido cosechar en torno a 140 diputados, 15 más de los que obtuvieron por separado (los populares sumaron 66 los liberales 57 y Navarra Suma dos).

Con ese resultado, sin embargo, tampoco habrían tenido fácil gobernar porque su único aliado natural, Vox, se habría quedado en esa hipótesis electoral con 22 escaños, dos menos que los que logró hace cuatro meses. En total 162 representantes en el Congreso, a 14 de la mayoría absoluta. Un listón casi inalcanzable porque España Suma habría requerido para gobernar el apoyo de los nacionalistas e independentistas, enemigos irreconciliables de la derecha

El PSOE, vencedor en los comicios de abril con 123 diputados, se hubiera convertido en el principal perjudicado por la irrupción de España Suma, pero tampoco hubiera sufrido un descalabro. Los socialistas habrían obtenido en ese hipotético escenario 116 escaños, siete menos de los que cosechó. Cuatro hubiera perdido Unidas Podemos, uno Esquerra Republicana y otro EH Bildu.

Los socialistas perderían un representante en Asturias, Burgos, Zaragoza, Granada, Murcia, Cuenca y Baleares. Los morados cederían a la alianza conservadora escaños en Vizcaya, Cádiz, Málaga y Barcelona. Esquerra vería esfumarse uno en Girona y EH Bildu se quedarían sin el que ganó en Álava.

Es, de todas maneras, una prospección con poco rigor científico porque se basa en la traslación automática de los votos sin contar con las muchas variantes que intervienen a la hora de depositar los sufragios en las urnas.

El análisis no incluye el Senado porque sus representantes se eligen en listas abiertas lo que dificulta asignar de forma automática los votos. Lo más probable, sin embargo, es que España Suma se habría alzado con la mayoría absoluta en las elecciones del 28 de abril en lugar del PSOE.

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