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La política

A pesar de que en la última encuesta del CIS aparezcan los políticos en segundo lugar entre las preocupaciones de los ciudadanos, por diversas causas, no por ello deja de tener su relevancia el hacer político

Adolfo Maíllo

Viernes, 13 de septiembre 2019, 23:34

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La política y quienes se dedican a ella están sometidos a una carga de prejuicios evidente. Para unos, a la política se va con un fin puramente material; para otros, los diputados no hacen nada más que apretar un botón para votar, etc. El prejuicio, en general, es producto de un adoctrinamiento social, tanto directa como indirectamente; una serie de creencias y actitudes que se asientan en la vida del sujeto a través de los procesos de habituación. Es una opinión previa y tenaz, generalmente negativa, acerca de algo que se conoce mal. Mas la política es una necesidad ineludible para la vida humana, tanto individual como social. Y ahora que parece estar en descrédito, es conveniente reafirmar su prestigio.

La política es el resultado de la aceptación de la existencia simultánea de grupos diferentes y, por tanto, de diferentes intereses y tradiciones dentro de una unidad territorial sujeta a un gobierno común. Y en términos aristotélicos, la política es un medio para conseguir un fin, y siendo un medio, no tiene un fin en sí y por sí misma. Y no es tampoco la búsqueda de un ideal ni el estancamiento en la tradición. La política es una excelente y civilizadora actividad humana.

Como dice Hannah Arent, la política surgió únicamente debido al hecho elemental y prepolítico de la tendencia natural que hace que los hombres se necesiten los unos a los otros en la ardua tarea de mantenerse con vida; tiene un origen en el dato prepolítico y tiene su fin en la posibilidad más elevada, pospolítica, del destino humano y no puede ser una actividad práctica e inmediata como afirman con frecuencia los cortos de miras.

Max Weber contrapone el quehacer del investigador al hombre de acción, y se pregunta: ¿qué condiciones debe tener el hombre –o la mujer, añado yo– para tener derecho a poner la mano en la rueda de la Historia?, y contesta: pasión, sentido de la responsabilidad y mesura.

Ortega y Gasset en su libro 'Mirabeau o el político' dice lo siguiente: «Hay dos clases de hombres: los ocupados y los preocupados: políticos e intelectuales. El intelectual reflexiona, el político actúa».

El político, como dice Raymond Aron, queda condenado a la lógica de la eficacia. La política es una actividad y no puede existir sin que unas personas actúen sobre ella.

La política es necesaria, fundamental, pues permite al mismo tiempo la libertad y el orden. Hay dos formas de hacer de la política una profesión. O se vive para la política o se vive de la política, y la última sería una forma espuria de vivirla. La política como actividad merece ser considerada como la clave de la libertad, por encima del comportamiento de los políticos.

La política ha de defenderse del nacionalismo, que puede asumir los argumentos del 'nacionalismo democrático' y de la 'soberanía del pueblo' y puede recurrir a la memoria de la opresión y la explotación, para que las libertades cometan todo tipo de excesos, justificando incluso el mito del racismo.

La política, según Ortega, es tener una idea clara de lo que se debe hacer desde el Estado en una nación. Para doña Carmen Calvo, vicepresidenta del Gobierno en funciones, «la política es el arte de administrar los tiempos». Y merece ser elogiada como «ciencia de las ciencias», como la calificaba Aristóteles, y no simplemente aceptada como un mal necesario.

A pesar de que en la última encuesta de CIS aparezcan los políticos en segundo lugar entre las preocupaciones de los ciudadanos, por diversas causas, no por ello deja de tener su relevancia el hacer político. La mayor parte de los ciudadanos tiene una inclinación a una ideología política, ya sea conscientemente a sabiendas de lo que están haciendo, o de una manera inconsciente como parte de una opinión recibida.

La política es imprescindible, es una actividad versátil, viva y de enormes potencialidades. El político se ha de dedicar a aquellas actividades que pertenecen al espacio público, que surgen allí donde los hombres viven juntos.

Y la promesa de la política es lograr que la pluralidad de seres humanos vivan en concordia compartiendo la tierra en un ambiente de libertad solidariamente conseguido.

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