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ATLAS ESPAÑA
Martes, 23 de abril 2019, 21:47
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Siempre iba sola y eso ha marcado el triste final de Amanda. Una mujer muy educada y logopeda de profesión. Tenía una oficina y a veces se quedaba a dormir allí. Ese hábito y el hecho de que las persianas de su piso estuvieran echadas, son dos de las razones por las que ni vecinos ni conserje se decidieron a investigar. Fue la llamada de una sobrina, residente en Israel, la que llevó a la policía hasta esta vivienda para, finalmente, encontrarse con el cuerpo momificado de Amanda. Este, como el caso de Ángel, cuatro años muerto en un piso de Madrid, o como Nadia, ocho años antes de que fuera hallado su cadáver en su casa de Vitoria, suscitan la misma reflexión. Algo está fallando en el alivio de una soledad que afecta cada vez más a más gente, más allá del último instante.-Redacción-
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