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PAblo Iglesias, durante la rueda de prensa. Foto: Efe/Vídeo: EP

Iglesias reconoce el error de llamar golpista a Vox pero se ratifica en que dijo «la verdad»

El Gobierno denuncia que «la derecha» impulsa la crispación porque «no digiere» la victoria de la izquierda en las urnas

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Viernes, 29 de mayo 2020, 14:55

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Pablo Iglesias aceptó que cometió un error al calificar a Vox de partido golpista, pero limitó el patinazo al marco en que lanzó la acusación, no al contenido de sus palabras. «Ayer dije la verdad pero me equivoqué», asumió el vicepresidente segundo en referencia a que su comentario eclipsó las propuestas económicas y sociales que hizo ante la comisión parlamentaria de reconstrucción nacional.

El Gobierno no cerró filas con Iglesias -en la Moncloa no gustaron sus palabras y más de un ministro consideró que eran impropias del número tres del Ejecutivo- pero en cierta manera disculpó sus palabras porque «la derecha», denunció la ministra portavoz, ha puesto en marcha «una estrategia de crispación» para erosionar a Pedro Sánchez. Lo hace, prosiguió María Jesús Montero, porque «le cuesta mucho trabajo digerir» que las urnas hayan dado la victoria a la izquierda y que gobierne la coalición de PSOE y Unidas Podemos.

Un análisis muy extendido entre los diputados socialistas y morados, que atribuyen la escalada de tensión parlamentaria a un plan diseñado por la oposición para fracturar la alianza gubernamental y provocar nuevas elecciones el próximo año. Recuerdan los dirigentes de ambos partidos que lo mismo ocurrió en la última legislatura de Felipe González y en la primera de José Luis Rodríguez Zapatero, en las que, como ahora, el PP negó la legitimidad del Gobierno. Ya en el debate de investidura de enero pasado, el líder del PP, Pablo Casado acusó a Sánchez de carecer de «legitimidad de origen para presidir el país».

El Gobierno, hasta ahora, no había acusado en público con esta crudeza a la oposición de promover una campaña de acoso y derribo. Pero Montero lo hizo este viernes, e Iglesias la secundó. «La crispación -explicó- es un mecanismo político para controlar la agenda» y que no se hable de la labor gubernamental y el debate transcurra por los cauces que busca el crispador. El vicepresidente segundo habla con autoridad del tema porque él mismo y su partido utilizaron esa estrategia contra Sánchez y el PSOE nada más aterrizar en el Congreso en 2016 para desbancar a los socialistas como fuerza hegemónica de la izquierda. Iglesias llegó a acusar al PSOE durante un debate en el Congreso en marzo de aquel año de tener «su pasado manchado de cal viva», en alusión a los GAL. Pero ahora comparten Consejo de Ministros y se consideran víctimas por igual de la campaña que denuncian. «Los que quieran crispar, que crispen», retó el vicepresidente segundo, que dio claras muestras de que no piensa dar un paso atrás en esa confrontación dialéctica.

Ni se retractó ni pidió disculpas por haber acusado a Vox de «pretender» dar un golpe de Estado sin «atreverse» a dar el paso, solo mostró un arrepentimiento con la boca pequeña. Consideró que se equivocó porque con esas palabras entró en la, a su entender, «provocación» del portavoz ultraderechista en la comisión de reconstrucción nacional, Iván Espinosa de los Monteros.

Insubordinación del Ejército

Esa reacción, se lamentó Iglesias, opacó sus aportaciones a ese foro parlamentario, que pasaron casi sin pena ni gloria. «Hoy no me volveré a equivocar. El tema hoy es el ingreso mínimo vital», señaló para poner en valor el acuerdo del Consejo de Ministros, del que se considera uno de los artífices.

Quien sí abundó en las acusaciones de golpista al partido de Santiago Abascal fue la ministra de Igualdad y compañera sentimental del vicepresidente segundo. Irene Montero denunció en TVE que tanto el PP como Vox llevan «semanas llamando a la insubordinación del Ejército», al que animan a «actuar» para derrocar al «Gobierno criminal e ilegítimo» de Sánchez. Están «alentando a la rebelión y la sublevación» de los militares, recalcó la ministra. El plan consistiría, según Montero, en deslegitimar al Gobierno para invitar a continuación «a que tome el mando el jefe del Estado» o que se forme «un gobierno de técnicos en que se incluyan a Vox y al PP». Ante esta «campaña de crispación -prosiguió- no creo que debamos callarnos».

La ministra portavoz, que evitó dar su opinión sobre las denuncias de Iglesias y Montero, intentó lanzar un mensaje apaciguador con una apelación a la oposición para que retome «el diálogo» y recupere «la calma y la tranquilidad». A pesar de las duras acusaciones del vicepresidente segundo y la ministra de Sanidad, aseguró que desde el Gobierno «nunca» han contribuido a «elevar los decibelios» del debate político.

Lo cierto es que el lenguaje de los primeros espadas de Unidas Podemos incomoda en la Moncloa y en el PSOE. La líder de los socialistas andaluces, Susana Díaz, exteriorizó el malestar de su partido y pidió a «todo el mundo bajar el tono para que no tengamos que presenciar más espectáculos como los de las últimas 48 horas» en el Congreso.

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