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Maje M. C., junto a su marido Antonio Navarro. LP
La fiscalía pide 22 años de prisión para la 'viuda negra' de Patraix

La fiscalía pide 22 años de prisión para la 'viuda negra' de Patraix

Su amante y autor material confeso del asesinato se enfrenta a 18 años de cárcel y el ministerio público considera a ambos autores del delito

JUAN ANTONIO MARRAHÍ

Valencia

Jueves, 21 de noviembre 2019, 11:22

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Maje M. C. no empuñó el filo que acabó con la vida de su esposo el 16 de agosto de 2017 en Valencia. Según las investigaciones, lo hizo su amante, el asesino confeso Salva R. L. Sin embargo, la Fiscalía de Valencia pide para la ya conocida como 'viuda negra' de Patraix una pena superior, de 22 años de cárcel, por el asesinato de su marido, el ingeniero Antonio Navarro. Salva se enfrenta a 18 años.

El ministerio público relata en su escrito como ambos planificaron el crimen que finalmente llevó a cabo Salva cuando clavó a Antonio el cuchillo con el que aguardaba en el garaje de la casa de la víctima, en la calle Calamocha de Valencia, a muy pocos metros del cuartel de la Guardia Civil.

Para la fiscalía, los hechos constituyen un delito de asesinato en el que ambos son considerados autores. En el caso de Maje se contempla la agravante de parentesco. El acusador público pedirá en el juicio que ambos indemnicen a los padres y al hermano del ingeniero con el pago de 250.000 euros.

El acusador, Vicente Devesa, sitúa perfectamente el contexto del matrimonio y las infidelidades de la 'viuda negra' antes de pasar a relatar los hechos delictivos. Así, describe cómo Maje y Antonio se habían casado el 3 de septiembre de 2016. Resalta que la vivienda de la calle Calamocha había sido adquirida por ambos de modo que él era propietario del 80% y su esposa, del 20% restante.

«En los meses anteriores al matrimonio y durante el mismo, sin conocimiento ni consentimiento de su esposo, la acusada mantuvo relaciones afectivas y sexuales con Salva y con otras personas», apunta el acusador público.

Confidente

La relación entre ambos se remontaba a 2015, cuando comenzaron a trabajar en el mismo centro hospitalario de Valencia. Él ejercía como auxiliar de enfermería y Maje era enfermera. Salva, veinte años mayor que ella, también casado y padre de una hija, «sintió una gran atracción y afecto por la acusada». La relación generó en Salva «un intenso enamoramiento y dependencia emocional hacia la acusada».

En este contexto, se produjeron diferentes encuentros desde finales de 2016 y durante los primeros meses de 2017, en los que Maje «hizo partícipe a Salva de graves problemas que decía tener con su esposo, incluyendo episodios de violencia». Estos hechos jamás han quedado acreditados ni consta denuncia, pero «las confidencias acabaron convenciendo al acusado de la necesidad de proteger a Maje» de un marido al que ni siquiera conocía personalmente.

Ya en junio de 2017, ahonda el fiscal Devesa, «la acusada decidió acabar con la vida de su esposo y para llevar a cabo su propósito pidió a Salva que matara a Antonio por ella haciéndole creer que la situación a la que su marido la tenía sometida le resultaba ya insostenible». Según el acusador, Salva aceptó y «juntos planificaron la acción homicida».

Para facilitar sus encuentros y hacer coincidir su tiempo libre, Salva pidió hacer guardias nocturnas en el hospital en el que trabajaban. Y finalmente acordaron presuntamente que el crimen sería cometido sólo por Salva «atacando por sorpresa a la víctima con un cuchillo» cuando Antonio bajara al garaje a por su coche para irse a trabajar.

Salva compró un mes antes del crimen el cuchillo de cocina con el que perpetró el asesinato

El fiscal apunta que Maje se aseguró de dejar libre la plaza de garaje desde la noche anterior «no aparcando allí su vehículo particular». Y añade más: «Para que Salva pudiera esconderse en el garaje hasta que llegara Antonio, Maje le entregó las llaves de la única puerta de acceso» al aparcamiento. Y «facilitó» a su amante «información detallada del número de plaza, su ubicación, la marca del vehículo de empresa que utilizaba Antonio, sus horarios y días de trabajo», entre otros datos.

Según la investigación que nutre el escrito de la fiscalía, Salva compró un mes antes del crimen el cuchillo de cocina con el que perpetró el asesinato. Tenía 15 centímetros de hoja, 4 de ancho y un solo filo.

Tras acordar supuestamente el día del crimen, Salva se fue de vacaciones con su familia entre el 30 de julio y el 14 de agosto, dos días antes del asesinato. Aún así, mantuvo conversaciones telefónicas con Maje.

Le clavó el cuchillo seis veces

Para el acusador, hay un hecho crucial. «El 3 de agosto Maje envió un mensaje de whatsapp a su marido en el que le mintió al decirle que había hecho un cambio de guardia en el hospital y que iba a estar de servicio la noche entre el 15 y el 16 de agosto», la supuestamente acordada para el crimen.

En la noche anterior al asesinato redondeó supuestamente el plan mandándole otro mensaje a Antonio en el que le decía que ya había llegado al hospital. La realidad, según el fiscal, era bien distinta: «Pasó la noche con otro hombre con quien mantenía una relación sentimental desde mayo de 2017».

Y llegó así la hora final para Antonio. «Siguiendo el plan, Salva fue en moto al garaje de la calle Calamocha. Llegó a las 7.30 horas, con una mochila en la que llevaba el cuchillo, unos guantes y una toalla». Una vez allí, «abrió la puerta con las llaves que le había facilitado la acusada, se puso los guantes, sacó el cuchillo y, se escondió al acecho junto al vehículo de la víctima». El ingeniero bajó de su casa sobre las 7.40 horas. Fue entonces cuando Salva «salió de su escondite, le abordó rápida y sorpresivamente y le clavó el cuchillo seis veces». Las heridas fueron «mortales de necesidad».

El fiscal destaca la indefensión a la que se vio sometido Antonio. «No pudo oponer defensa alguna al estar totalmente desprevenido y sin capacidad de reacción». Tras ello, Salva «salió del garaje, se marchó a su trastero, se cambió de ropa, tiró la que llevaba a un contenedor y se deshizo del cuchillo en un terreno de su propiedad en Ribarroja». Allí lo recuperó la Policía Nacional ya en enero de 2018, tras la confesión de Salva una vez detenido junto a Maje.

La 'viuda negra' apareció en la escena del asesinato llorando cuando se descubrió el cadáver de su marido en el garaje sobre las 15.30 horas. Sin embargo, unas pocas horas antes, describe el fiscal, Maje y su confeso asesino amante «se reunieron durante una hora en la casa de una hermana de ella». En dicho encuentro Salva «le relató los detalles del crimen» y cómo había cumplido con lo previsto. Mientras, su amada enfermera «mandaba mensajes de texto a otro hombre proponiéndole relaciones sexuales para esa noche».

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