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Economía circular, único motor para el desarrollo

En 2025 tendremos que reciclar el 55% de nuestros residuos urbanos y, en 2035, el máximo de residuos que llegue al vertedero no podrá superar el 10%

óscar martín

Miércoles, 18 de julio 2018, 00:03

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Vivimos en una realidad poliédrica que nos obliga a enfrentar cualquier circunstancia desde una mirada multidisciplinar, que incluya a todas las partes afectadas, desde lo global a lo local, y que aporte soluciones disruptivas basadas en la innovación y el largo plazo. Una realidad que en el ámbito medioambiental adquiere una importancia capital: el futuro de nuestro planeta depende de ello. Cada vez más frecuentemente, una nueva arista de ese poliedro nos alerta. Cada día desaparecen 200 especies y cada año mueren nueve millones de personas debido a la contaminación. Según la ONU, si seguimos consumiendo recursos naturales al ritmo que venimos haciendo hasta el momento, en 2050 harán falta tres planetas para mantener el modo de vida actual.

Más allá de alertarnos, debemos interpretar estos datos como revulsivos que nos lleven a la acción. Por fortuna, son muchas las voces que desde ámbitos muy diversos llevan tiempo reclamando un cambio. Un cambio que nazca desde la base e impregne al sistema, a las regiones, los individuos y los colectivos, en su totalidad. Un cambio que se inspire en lo primigenio, en la naturaleza, y que sea impulsado por todos los actores sociales: administraciones, empresas, entidades y ciudadanos. Todos tenemos la oportunidad y la responsabilidad de que la transformación pase del plano teórico al táctico. Hoy ese cambio ya es posible, y se rige bajo el paraguas de la economía circular. Un nuevo paradigma que deja atrás la obsoleta actitud de extraer, fabricar y tirar para dar paso a un modelo basado en reducir, reutilizar y reciclar.

En los últimos días, este nuevo concepto adquiere una fuerza renovada. Madrid ha acogido recientemente la I Cumbre sobre Economía Circular e Innovación. Una cita que ha reunido a los referentes más importantes del mundo en materia de sostenibilidad, ciencia y economía. Entre ellos, el expresidente de los Estados Unidos Barack Obama, que ha traído a nuestro país el espíritu de la Cumbre de París de 2015. Con él, tres premios Nobel de Economía y Física. En todos los casos, mentes brillantes al servicio de nuestro planeta.

Pero llegar a este punto no ha sido sencillo, y han sido necesarios tanto los pequeños gestos como las grandes políticas. La comunidad internacional no ha flaqueado en este sentido, y la Unión Europea en concreto se ha convertido en un referente, pues ya en diciembre de 2015 fue pionera con la creación del Plan de Acción para la Economía Circular, con objetivos ambiciosos en materia de prevención y reciclado. Una hoja de ruta que el pasado mes de abril fue ratificada, con la actualización por parte del Parlamento Europeo de cuatro directivas (Envases, Residuos, Vertederos y Aparatos eléctricos y electrónicos) de obligado cumplimiento para los países miembros, que deben trasponerlas a sus legislaciones nacionales. Según estas normas, en 2025 tendremos que reciclar el 55% de nuestros residuos urbanos y, en 2035, el máximo de residuos que lleguen al vertedero no podrá superar el 10%. Unas cifras muy ambiciosas si tenemos en cuenta la realidad de España, donde actualmente se recicla el 29,7% y el 56,7%, respectivamente.

A pesar de ello, no podemos perder la esperanza. Contamos con ejemplos que nos demuestran que la gestión eficaz de los residuos, bajo los parámetros de la economía circular, es posible. En Ecoembes, por ejemplo, llevamos 20 años coordinando el reciclaje de los envases domésticos en España y aunque estos residuos suponen solo el 8% de los que se generan, tiramos el carro del reciclaje en nuestro país y de la economía circular, reciclando un 77% de los envases habituales.

Es más, a pesar de ser una pequeña parte de lo que se genera, suponen un cuarto de todo lo que se recicla en España. Unos buenos resultados que se deben a un modelo basado en la economía circular, que llevamos impulsando durante más de dos décadas en nuestro país y que, tal y como recoge la nueva Directiva de Residuos, debe extenderse a otros flujos de residuos como el textil o los biorresiduos (que representan el 10 % y el 37% de los residuos urbanos, respectivamente) para que podamos seguir avanzando.

Ya no hay duda de que las instituciones nacionales están tomando nota del nuevo camino marcado desde Europa, y la futura Estrategia Española de Economía Circular es la mejor prueba de ello. Un texto que debe ir encaminado a situar a nuestro país a la vanguardia de la economía circular generando nuevas oportunidades de crecimiento económico, de empleo y fomentando el desarrollo del tejido empresarial. El nuevo Ministerio para la Transición Ecológica supone otro paso al frente, al dotar al cuidado del medio ambiente de la importancia que tiene para nuestra economía y sociedad. Todas ellas iniciativas necesarias para seguir avanzando en la implantación de un modelo de sociedad realmente circular y con una visión de futuro. Un futuro, el de todos nosotros, al que –como ha mencionado en más de una ocasión Barack Obama– «no tenemos que temer, sino darle forma». Y esto será posible si lo hacemos teniendo en cuenta al planeta en todas y cada una de nuestras decisiones.

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