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Aznar durante su comparecencia. Foto: Efe | Vídeo: RC

Aznar niega la caja B del PP en una bronca comparecencia plagada de insultos

El expresidente se centra en desvirtuar la sentencia de 'Gürtel' y asegura que no hay «ninguna prueba» de la financiacion ilegal

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Martes, 18 de septiembre 2018

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Fueron cuatro horas y cuarto de lodazal. Un festín a base de insultos, salidas de tono e improperios. Y por parte de todos. Tanto José María Aznar como todos los parlamentarios que intervinieron en la comisión de investigación sobre la supuesta financiación irregular del Partido Popular (PP) se lanzaron al barro sin miramientos. Que el regreso del expresidente al Congreso catorce años después iba a ser un momento de alto voltaje nadie lo dudaba, pero al final fue mucho más allá. Más allá incluso de la tensa comisión por los atentados del 11-M. La sesión se convirtió en una suerte de catarsis para todos, en la que hubo más de ajuste de cuentas que de parlamentarismo. Hasta los diputados habitualmente más sosegados se contagiaron del ambiente tabernario.

Aznar estuvo arropado por la plana mayor de su partido (llegó a abrazarse con Pablo Casado antes de comenzar su comparecencia). Desde el principio dejó clara cuál iba a ser su estrategia: negar cualquier valor a la sentencia del pasado verano sobre la trama 'Gürtel', que consideró acreditada la financiación irregular del PP y que acabó con la moción de censura contra Rajoy.

El presidente de los populares entre 1990 y 2004, los años de mayor actividad de la trama que dirigía Francisco Correa, lo negó todo. Incluso conocer al propio Correa, que fue testigo en la boda de su hija Ana Aznar. «Ni lo conocía ni lo contraté ni me senté a su lado nunca», llegó a afirmar.

«No existe ninguna caja B del PP». «No existe ninguna organización del PP dedicada a actos delictivos. Otra cosa es que haya personas que no hayan sido respetuosas con la ley». «No hay una sola prueba en toda la sentencia» de esa financiación irregular, dijo con contundencia.

Vídeo. Aznar, durante su comparecencia. R.C.

Según Aznar, ese fallo de la primera época de 'Gürtel' «no es vinculante desde el punto jurídico», aunque se considerara probada la existencia de la contabilidad en negro, porque, recordó, el proceso que determinará la existencia de esa supuesta caja B se dilucidará en la causa de los 'papeles de Bárcenas', que todavía no ha sido juzgada.

En cualquier caso, insistió en que la sentencia solo se refería a dos pueblos de Madrid (Pozuelo y Majadahonda) y el importe desviado a las arcas populares no superaría los «ciento y pico mil euros». Y, además, arguyó, el PP solo fue condenado a título lucrativo porque desconocía la procedencia del dinero sucio.

Ni caja B y, mucho menos, que él la conociera o la tolerara. «No tengo que pedir perdón por nada». «De nada me arrepiento». Y, de todos modos, defendió, él nunca estuvo al tanto de las cuentas de su partido. «Mis responsabilidades políticas me alejan completamente de la gestión económica», argumentó. Señaló que todo era responsabilidad exclusiva del tesorero, un puesto que en sus catorce años de presidencia ocuparon Ángel Sanchis, Alvaro Lapuerta y Luis Bárcenas.

En lo que a él atañe personalmente, las anotaciones de Bárcenas con siglas o abreviaturas que podría vincularle a sobresueldos, Aznar negó la mayor. «En aquellos años en los que era presidente del PP yo recibía una retribución como presidente del Gobierno y otra como presidente del PP». «No tuve ningún ingreso más, ni he ordenado ningún pago que sea ilegal».

Con Iglesias y Rufián

Hasta aquí, las explicaciones sobre el objeto de la comisión de investigación. Porque la gran parte de la comparecencia fue un duelo de descalificaciones, particularmente con Gabriel Rufián y Pablo Iglesias. Aznar no esperó las más que previsibles embestidas del diputado de ERC. En cuanto Rufián le llamó «señor de la guerra» replicó: «Usted es el representante de un partido golpista que quiere acabar con el sistema de libertades en España y que tiene a sus dirigentes en la cárcel». Ahí comenzó el lío que no acabó hasta el final de la comparecencia. El independentista le acusó de no tener «vergüenza» y de haber dirigido un «partido fundado por golpistas del 36». Rufián fue directamente al ataque personal con la lista de la famosa boda de San Lorenzo de El Escorial. «¿Cómo es posible que de la boda de su hija sólo queden por imputar los camareros?», le preguntó.

En otro momento del rifirrafe, defendió la decisión de Esquerra de apoyar la moción de censura que llevó a Pedro Sánchez a La Moncloa. «Fue para echar a ladrones y carceleros como usted», le espetó. «Usted es el padrino de un cártel», abundó Rufián.

Con Iglesias la cosa no fue mejor. Desde el principio, Aznar atacó: «Usted me parece un peligro para las libertades y la democracia en España y lo demuestra todos los días». «Ustedes han recibido financiación de democracias tan relevantes como régimen de (Nicolás) Maduro o de los ayatolás (iraníes)», le dijo al líder de Podemos antes de acusarle de cobrar 272.000 dólares de Venezuela y de ocultarlos en el paraíso de las Islas Granadinas.

«Usted ha mentido. Usted es el máximo responsable político de la corrupción en el PP. Ha dado una imágen patética», le contestó Iglesias.

Ahí no acabó la cosa. Toni Cantó, de Ciudadanos, le recriminó su «chulería». Mikel Legarda, del PNV, le acusó de ser el precursor de la «posverdad» y el expresidente se enzarzó con el diputado de Bildu Oscar Matute, al que acusó de ser heredero de «Batasuna, una parte de ETA».

José María Aznar, presidente del Gobierno español, visita a las tropas españolas desplazadas a Diwaniyah (Irak) en 2003. AP

Desde la guerra de Irak, a ETA, pasando por Cataluña o las bombas de Arabia

Se habló de todo a pesar de los llamamientos a la cuestión del desesperado presidente de la comisión. Aznar sacó a colación los vaivenes de Sánchez. «Ustedes no venden armas a Arabia, venden proyectiles de alta precisión». Y siguiendo con la sorna calificó las corbetas de Navantia de «embarcaciones de recreo especialmente dotadas para la defensa».

El socialista Rafael Simancas se acordó de su 'tamayazo'. Gabriel Rufián rememoró a los «presos políticos catalanes» para llamar «carcelero» a Aznar.

La guerra de Irak copó buena parte de la comparecencia con el enésimo rifirrafe a cuenta de la no existencia de las «armas de destrucción masiva». Tampoco se olvidó de los ERE fraudulentos en Andalucía. También aprovechó para sacar pecho de la lucha antiterrorista y atizar a Bildu, insinuando su financiación turbia a través de ETA.

Hubo tiempo para hacer un repaso (y mucha crítica) a las políticas educativas y económicas de los Ejecutivos del PP. El compareciente también se refirió a la diplomacia de sus gabinetes cuando se exhibieron en la sala las fotos de Aznar con Obiang o Gadafi. Se habló del «váyase señor González» y, como no, se discutió sobre la moción a Rajoy.

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