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Demonizado diésel

Salvo en el caso de los coches ecológicos, la contaminación depende más de sus años que del tipo de motor

Domingo, 23 de septiembre 2018, 00:19

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La protección del medio ambiente es un objetivo irrenunciable sobre el que existe una creciente concienciación, que ha de plasmarse en actuaciones concretas tanto en el tejido empresarial como en la acción de los poderes públicos y la vida cotidiana de las familias. Ese reto compromete a toda la sociedad. Y, por supuesto, a la industria. Incluida la del automóvil, que tiene ante sí el desafío de fabricar vehículos más respetuosos con el entorno y adaptados a unas normativas con un nivel de exigencia en ese ámbito cada vez más elevado. Pocas dudas caben de que el futuro es de los vehículos eléctricos, híbridos o con algún otro tipo de motor alternativo a los que hoy copan el mercado. También de que su demanda actual es muy limitada. Las grandes compañías han de dar un salto tecnológico que les permita producir en masa vehículos de ese tipo competitivos al máximo en prestaciones y precio con los que lideran ahora las ventas. El sector ha de prepararse para ese momento. Pero, mientras llega, resulta incomprensible la alarma sobre el diésel generada desde las instituciones con advertencias apocalípticas como que «tiene los días contados», penalizaciones en forma de nuevos impuestos o amenazas de restricciones en los accesos a grandes ciudades. La demonización del gasóleo ha castigado severamente las ventas de estos automóviles, que en apenas unos meses han pasado de representar más de la mitad a apenas un 37%. Además, ha depreciado la inversión realizada por sus compradores y empieza a surtir nocivos efectos en una industria que ensambla cada año 1,4 millones de vehículos de ese tipo en España, produce un millón de motores y emplea a 40.000 personas. Informes recientes confirman que los avances tecnológicos han reducido sustancialmente la contaminación de los nuevos coches diésel, que emiten menos CO2 por kilómetro que sus equivalentes de gasolina, aunque más oxígeno de nitrógeno (Nox). El verdadero peligro para el medio ambiente no está tanto en el modelo de motor como en la antigüedad del vehículo, cuya media es muy elevada en España. La apuesta por los vehículos ecológicos tiene pleno sentido y habría de ir acompañada de nuevos incentivos para fomentar su compra. En paralelo, resulta evidente la necesidad de rejuvenecer el parque móvil a través de un impulso al achatarramiento de coches añejos y altamente contaminantes con fórmulas similares a los exitosos planes 'renove'. Esas dos vías no solo no son contradictorias: deberían ser complementarias.

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