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Campaña Puigdemont

El independentismo autoexiliado ha pasado de pretender tambalear el Estado constitucional a amenazar a toda Europa

Viernes, 8 de diciembre 2017, 00:14

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La manifestación independentista de ayer en Bruselas, convocada por la ANC y por Òmnium Cultural con el lema ‘Europa, despierta’, constituyó un éxito para sus organizadores, al movilizar a 45.000 personas en una concentración sin precedentes, por sus intenciones y la asistencia lograda, en la capital de la Unión. El independentismo mantiene una gran capacidad de convocatoria. Pero sus mensajes de ayer revelaron hasta qué punto se niega a darse cuenta del porqué de su fracaso. Se niega a darse cuenta de que hay ‘otra Cataluña’, que se muestra abiertamente disconforme con sus propósitos, que en parte puede sentirse disconforme con el 155 o con los encarcelamientos, pero que en ningún caso está dispuesta a secundar el victimismo secesionista. Ayer la ANC y Òmnium lograron que la comunión independentista se visualizara en Bruselas, soslayando su división en cuanto a la concurrencia a las elecciones del 21-D. No se trata de un aspecto casual en la manifestación, porque la jornada contribuyó a ensalzar la figura de Carles Puigdemont y a sublimar sus aspiraciones partidarias como causa ligada a la continuidad de ‘una Generalitat por la república catalana’. De nuevo se evidencian las dificultades congénitas que encuentra la ERC de Junqueras y Rovira para disputar la hegemonía en el seno del catalanismo nacionalista, y la disposición que los herederos de Convergència muestran para reinventarse al frente del independentismo; mientras la CUP se limita a completar la suma secesionista para asegurarse de que vuelva a la ruptura unilateral en caso de alcanzar la mayoría absoluta. El independentismo catalán está recreando su trayectoria última en plena campaña. El exconsejero Antoni Comín advirtió ayer de que «Europa se la juega» con Cataluña. El intento de convertir la causa independentista en una palanca que hiciese tambalear el Estado constitucional en su conjunto ha subido de grado en el autoexilio. Como si al reivindicarse ‘europeísta’ Puigdemont tuviera la legitimidad de interpelar a la Unión Europea –en la persona de Jean-Claude Juncker– para que juegue un papel propio ante un conflicto que, a día de hoy, está precisamente sujeto a la libre decisión de los catalanes en las urnas del 21-D.

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