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¿Qué ha pasado hoy, 28 de marzo, en Extremadura?

El PP busca sus votos perdidos

Casado consolida su liderazgo y su viraje hacia las tesis de Aznar y trata de reforzar el partido frente a Ciudadanos y Vox

Lunes, 21 de enero 2019, 00:12

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La convención del Partido Popular, celebrada poco después de que Juan Manuel Moreno Bonilla se convirtiera en presidente de Andalucía, ha servido a Pablo Casado para consolidar su liderazgo al frente del PP y conseguir un reforzamiento del partido, acuciado por la competencia de Ciudadanos y por el ascenso también imprevisto de Vox. Casado ganó en julio las primarias frente a Soraya Sáenz de Santamaría, con el apoyo de Aznar y sus afines. Ahora, la convención parece haber cosido el partido, puesto que el nuevo presidente, primero en ser elegido por las bases, ha recibido elogios tanto de Aznar –Casado trabajó con el expresidente en FAES– como de Mariano Rajoy, sin que el innegable viraje hacia estribor, es decir, hacia las tesis de Aznar, haya abierto al parecer nuevas grietas en el partido. A todas luces se ha dado por superado el Congreso de Valencia de 2008, en el que Rajoy se impuso al aznarismo, y se ha rescatado el espíritu del Congreso de Sevilla de 1990, que plasmó una síntesis unitaria de la organización, aunque resulte prematuro pensar en una refundación. De momento, Casado no parece tener adversarios internos. En lo más concreto, Casado ha aprovechado la ocasión para consolidar la triple alianza que ha dado el poder a la derecha en Andalucía, lo que hace prever que Vox contará como hipotético aliado en las elecciones autonómicas y municipales que, junto las europeas, se celebrarán en mayo. En lo ideológico, Casado no ha ocultado un giro liberal, que incluye la bajada del IRPF y la desaparición de algunos impuestos. Deberá aclarar si, ante la evidente insuficiencia actual de recursos para mantener la calidad de los servicios públicos, su anuncio significa la renuncia a mantener intacto el Estado de bienestar. Asimismo, pretende aplicar cuanto antes el 155 a Cataluña, ampliar los supuestos de la prisión permanente revisable, y regresar al modelo de 1981 de elección del CGPJ. El moderantismo es una buena noticia en un país convulso como este, y por ello debió haberse ahorrado el líder conservador determinadas expresiones como la de que «cada voto menos para el PP es un paso más para los enemigos de la Nación». Salvo quienes hayan delinquido, en la Nación no compiten enemigos, sino adversarios. Y entre todos ellos debe predominar el juego limpio.

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