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El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, este miércoles por la noche a punto de empezar su intervención pública tras reunirse con Junts. Q. García / Efe

Aragonès cesa a su vicepresidente y lleva al extremo la crisis con Junts

El president responde al órdago de la cuestión de confianza de sus socios con un golpe encima de la mesa que lleva al límite la quiebra en el independentismo catalán

cristian reino y Miguel Ángel Alfonso

Barcelona | Madrid

Miércoles, 28 de septiembre 2022

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El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, ha dado un golpe de autoridad como respuesta a la crisis abierta por su socio de coalición, Junts, que amenazaba con fracturar el Govern de Cataluña. Al filo de la medianoche de este miércoles, y tras mantener dos maratonianas reuniones primero con los consellers posconvergentes y luego con el secretario general de este partido, Jordi Turull, ha decidido fulminar tajantemente a su vicepresidente, Jordi Puigneró.

Detrás de esta crisis se encuentra la amenaza de someterle a una cuestión de confianza, de la que Puigneró no le informó hasta que se planteó el martes en el Parlament. «Ha habido una pérdida de confianza por parte del señor Jordi Puigneró, que no me informó de la cuestión de confianza. Por ello he decidido cesarlo y espero que Junts proponga un sustituto que contribuya a fortalecer al Gobierno. Espero que Junts permanezca en el Gobierno», zanjó el presidente catalán en una breve intervención pública.

Pese a vivir abonados a la convulsión política constante, la última crisis no se había limitado a una pugna interna más. La coalición que forman Esquerra y Junts se encontraba al borde del precipicio y nunca antes habían estado tan cerca de la ruptura. Aragonès, considera que su autoridad se ha visto cuestionada, justo en uno de los momentos más delicados de la legislatura y después de que sus socios de Ejecutivo le amenazar con someterlo a una cuestión de confianza el martes durante el debate de política general del Parlament.

Por ello este miércoles, antes de cesar a Puigneró, les lanzó un ultimátum: «O sois Govern o sois oposición». El órdago llegó después de que el dirigente de los republicanos convocara una reunión de urgencia del Consell Executiu (el órgano de Gobierno autonómico) en la que mostró su malestar y cuestionó uno por uno a cada conseller de los posconvergentes sobre su lealtad. Seguidamente se citó con Turull, con el que estuvo más de tres horas tratando de cerrar cualquier vía de agua posible. Pero la coalición ha acaba saliendo adelante con otro parche.

La fractura que existe es tal que ambos partidos divergieron hasta en el relato de lo sucedido en las reuniones. Según informó Junts a media tarde a través de un comunicado, sus consellers mantuvieron una postura común y se reafirmaron en apoyar la cuestión de confianza lanzada un día antes por el grupo parlamentario posconvergente. También negaron conocer esta iniciativa, que acabó por ser el detonante de la crisis.

Solo estaba al tanto de ese movimiento, según trasladaron a Aragonès, el propio Puigneró. «En cualquier caso, todos se reafirmaron en apoyar la propuesta», zanjan los posconvergentes. Sin embargo, desde Presidencia del Govern informaron de que estos ofrecieron respuestas «irregulares» y «divergentes» cuando el president les preguntó si estaban de acuerdo o no con someter a examen la confianza de que dispone.

Condiciones de Junts

Lo único en lo que coinciden todas las fuentes es que desde Junts han marcado tres condiciones a Esquerra para continuar en el Govern: establecer una dirección de coordinación estratégica del independentismo, que la mesa de diálogo con el Gobierno de Sánchez se centre exclusivamente en la autodeterminación y la amnistía, y que ERC y Junts se coordinen en el Congreso. Premisas que los junteros creen que no se estarían cumpliendo y que resultan difícilmente asumibles por sus aún aliados en este contexto.

LAS CLAVES:

  • Prueba de lealtad. El president cuestionó uno por uno a todos los consejeros de Junts por su lealtad hacia el Govern

  • Diferencias estratégicas. La formación que preside Borràs denuncia que Esquerra ha incumplido los acuerdos de investidura

Pero dentro de Junts también hay posiciones enfrentadas sobre si deben continuar en un Ejecutivo que, en su opinión, no da los suficientes pasos hacia la independencia. Conviven dos almas: por un lado, el ala liderada por el secretario general, Jordi Turull, político de carrera y más pragmático que la facción que representa la presidenta de la formación, Laura Borràs, que desembarcó tras el referéndum ilegal del 1-O y se ha decantado por una postura más radical, la de romper cualquier lazo con ERC.

En todo caso, sí que existe unanimidad en reclamar a Aragonès una hoja de ruta «clara» para la secesión y que la mesa de diálogo que mantienen la Generalitat y Moncloa tenga como objetivo prioritario la amnistía de los fugados por el procès. Por ello desdeñan la propuesta de Esquerra formulada por el president en el debate de política general del Parlament del martes, la de enterrar la declaración unilateral de independencia y pactar un «acuerdo de claridad» para sentar las bases y condiciones de un referéndum de autodeterminación con el plácet de Moncloa. Pero el hecho de mencionar la 'vía canadiense', que puso pausa a las sucesivas intentonas secesionistas de Quebec, solo ha servido para escalar el nivel de enfado de los junteros.

El exvicepresidente de la Generalitat, Jordi Puigneró (Junts), conversa en el Parlament con el presidente Pere Aragonès (ERC).
El exvicepresidente de la Generalitat, Jordi Puigneró (Junts), conversa en el Parlament con el presidente Pere Aragonès (ERC). d. zorrakino / e. P.

En paralelo, la propia Borràs, destituida en agosto como presidenta del Parlament tras ser imputada en una causa judicial en la que se le acusa de malversación, exigió a Aragonès «lealtad y generosidad». Lo hizo a lo largo de toda la tarde en los micrófonos de varios medios de comunicación catalanes. Terminó por darle la vuelta al ultimátum: «¿Si Esquerra no está cumpliendo los compromisos, por qué la pregunta no es si Esquerra sale del Govern?».

Escenarios alternativos

Todo ocurre con el quinto aniversario del referéndum ilegal del 1-O prácticamente a la vuelta de la esquina, pues se conmemora el próximo sábado, y con varios actos conjuntos programados entre Junts y Esquerra. Pero ambas formaciones son conscientes de todo lo que está en juego si el Goven se rompe.

Si esto sucediera se amplificaría aún más la división en el independentismo catalán, que fue más visible que nunca en la última Diada. En aquella ocasión Junts, de la mano de la Asamblea Nacional Catalana, no desaprovechó la ocasión para desdeñar una vez más la estrategia de Esquerra de seguir apostando por la mesa de diálogo con Sánchez.

Aragonès, por tanto, se vería forzado a buscar otra entente con los comunes y la CUP, formaciones con intereses disímiles que no augurarán otro Govern estable. Por el contrario, el líder republicano podría optar por acordar con el PSC de Salvador Illa, ganador en las últimas autonómicas, un Ejecutivo en minoría apoyado desde fuera por los socialistas.

Pero esto traería un largo debate en Madrid, en el que Sánchez tendría que barajar cómo afecta esta postura a su relación con sus barones y con sus electores, a las puertas de unos comicios locales y municipales en mayo de 2023. La tercera opción de Aragonès pasaría por convocar elecciones anticipadas.

Tres semanas de celebraciones ante el precipicio de la ruptura

La conmemoración de los acontecimientos de septiembre y octubre de 2017 que situaron a la Cataluña autonómica al borde de una ruptura ilegal y traumática con la España constitucional se ha convertido en el escenario en el que las familias del independentismo están escenificando una división con la que el Govern coquetea con un divorcio de imparables consecuencias; entre ellas, de consumarse, una eventual y adelantada llamada a las urnas.

Lejos de apaciguar los roces que vienen salpicando toda la legislatura de Pere Aragonès con unos socios de Junts que, no sin matices internos, le reprochan su servidumbre al Gobierno de Pedro Sánchez, los fastos reivindicativos del desafío desencadenado hace un lustro están subrayando las discrepancias por puro contraste. Nunca el independentismo actuó como un bloque monolítico.

Pero las celebraciones y recordatorios de las últimas tres semanas devuelven a escena dónde estaban Esquerra, los posconvergentes y las asociaciones que acolcharon el movimiento popular por la secesión en 2017 y dónde están ahora. Empezando por la Diada del pasado 11 de septiembre, en la que cristalizó el cisma entre la ANC y Aragonès después de que ni este ni Oriol Junqueras acudieran a la marcha para evitar ser pitados.

La agitación entre ERC y Junts parecía haber entrado en tregua con los actos conjuntos convocados esta semana con motivo del quinto aniversario del referéndum del 1-0 que se cumple este sábado. Los republicanos sí han anunciado su presencia pasado mañana en la manifestación organizada por la ANC, Òmnium Cultural, AMI, Consejo para la República y la Intersindical, con apertura para la responsable del Parlament aquellos días de otoño, Carme Forcadell, y cierre a cargo, en la distancia, del expresident Carles Puigdemont. Una conmemoración que ha pasado de ser un eventual coagulante para las divergencias a convertirse en una cita muy inoportuna en medio de la inestabilidad que cunde en el Govern.

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