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El rey Felipe VI, durante el pimer mensaje televisado de Navidad de su reinado.
El Rey: «Los responsables de las conductas irregulares están respondiendo de ellas»

El Rey: «Los responsables de las conductas irregulares están respondiendo de ellas»

Felipe VI no menciona expresamente a la infanta Cristina en su mensaje de Navidad pero llama a una "profunda regeneración de nuestra vida colectiva"

Paula De las Heras

Miércoles, 24 de diciembre 2014, 14:44

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Felipe VI no ha podido abstraerse en su primer discurso de Navidad de la situación judicial en la que se encuentra su hermana Cristina, procesada finalmente hace dos días por el juez José Castro como cooperadora necesaria del fraude cometido por su marido, Iñaki Urdangarin, contra Hacienda, en 2007 y 2008. Aunque ha evitado la mencionarla de manera explícita, en un tono similar al que ya empleó don Juan Carlos en 2011, cuando estalló el 'caso Nóos' y todas las miradas se dirigían hacia su yerno, el Rey ha pedido confianza en el sistema pero ha admitido que es necesaria una "profunda regeneración de nuestra vida colectiva".

"Es cierto que los responsables de esas conductas irregulares están respondiendo de ellas; eso es una prueba del funcionamiento de nuestro Estado de Derecho. Como es verdad también que la gran mayoría de los servidores públicos desempeñan sus tareas con honradez y voluntad de servir a los intereses generales -ha subrayado en los primeros minutos de su mensaje televisado- pero es necesario, también y sobre todo, evitar que esas conductas echen raíces en nuestra sociedad y se puedan reproducir en el futuro".

Sus palabras vienen a continuar, en cierto modo, las pronunciadas por su padre hace tres años cuando, probablemente, ni siquiera pasaba aún por su cabeza la posibilidad de que la infanta tuviera que sentarse algún día en el banquillo de los acusados y mucho menos enfrentarse a una petición de ocho años de cárcel, pero ya admitía la conducta "no ejemplar" del duque de Palma y dijo aquello de "vivimos en un Estado de Derecho y cualquier actuación deberá ser juzgada y sancionada con arreglo a la ley; La justicia es igual para todos". Sólo que hoy don Felipe ha pedido además una implicación de toda la sociedad en la lucha contra la corrupción.

Desde su proclamación, el pasado 19 de junio, el Rey ha dado pasos en su afán de limpiar la dañada imagen de la Corona, más allá del alejamiento explícito de doña Cristina, que se resiste a renunciar de forma simbólica a sus derechos sucesorios. Entre otras cosas, someterá las cuentas de su Casa a a una auditoria externa y ha prohibido a los miembros de la Familia -doña Letizia, don Juan Carlos, doña Sofía, la princesa Leonor y la infanta Sofía- viajar gratis en vuelos comerciales, aceptar regalos personales que "puedan comprometer la dignidad de sus funciones institucionales" o beneficiarse de favores o servicios ofrecidos en condiciones ventajosas por su mera condición.

"Los ciudadanos -ha apuntado hoy, al cierre de un año en el que la lista de representantes públicos imputados no ha hecho más que crecer- necesitan estar seguros de que el dinero público se administra para los fines legalmente previstos; que no existen tratos de favor por ocupar una responsabilidad pública; que desempeñar un cargo público no sea un medio para aprovecharse o enriquecerse; que no se empañe nuestro prestigio y buena imagen en el mundo", ha reclamado.

Empleo de calidad

El de la corrupción ha sido, pues, el primer eje de su discurso, el único, junto al de proclamación y al de la entrega de los Príncipe de Asturias, que se escribe en Zarzuela y supervisa el Gobierno y no al contrario. Pero el Rey también ha hablado de economía en una línea optimista, no distante de la del Ejecutivo, aunque con matices. "Los índices de desempleo son todavía inaceptables y frustran las expectativas de nuestros jóvenes y de muchos más hombres y mujeres que llevan tiempo en el paro. Es cierto que nuestras empresas son punteras en muchos sectores en todo el mundo; pero también lo es que nuestra economía no ha sido capaz, todavía, de resolver de manera definitiva este desequilibrio fundamental", ha reconocido.

Aún así, ha subrayado que las magnitudes macroeconómicas están mejorando y que se ha recuperado el crecimiento y la creación de empleo, datos, ha dicho, que suponen "una base nueva para la esperanza en que en el futuro, puedan generarse de forma sostenible muchos más empleos y, especialmente, empleos de calidad". También ha reclamado al Gobierno y a los agentes sociales que trabajen unidos "anteponiendo sólo el interés de la ciudadanía". "Porque la economía -ha apuntado- debe estar siempre al servicio de las personas". En esa línea, ha pedido proteger a las personas "más desfavorecidas" y ha hecho un llamamiento a "seguir garantizando nuestro Estado de Bienestar". Pero su discurso ha sido menos social que el de su padre en 2013.

Cataluña "en el corazón"

En cuanto al problema político producido por el auge del independentismo en Cataluña, don Felipe ha subrayado que esa comunidad autónoma ha contribuido siempre a la estabilidad política de "toda España" y a su progreso económico pero también ha apelado con insistencia a la Constitución de 1978 y al cumplimiento de las leyes. "Es evidente que todos nos necesitamos. Formamos parte de un tronco común del que somos complementarios los unos de los otros pero imprescindibles para el progreso de cada uno en particular y de todos en conjunto", ha apuntado.

El Monarca ha defendido además que por encima de la economía y los intereses hay en este asunto una cuestión de sentimientos. "Millones de españoles llevan, llevamos, a Cataluña en el corazón. Como también para millones de catalanes los demás españoles forman parte de su propio ser. Por eso me duele y me preocupa que se puedan producir fracturas emocionales, desafectos o rechazos entre familias, amigos o ciudadanos". Y ha añadido, en una clara alusión a las duras palabras empleadas por el presidente de la Generalitat, Artur Mas, cuando se refiere al Estado como "adversario": "Nadie en la España de hoy es adversario de nadie".

"Los desencuentros -ha insistido el encargado de arbitrar y moderar el funcionamiento regular de las instituciones- no se resuelven con rupturas emocionales o sentimentales. Hagamos todos un esfuerzo leal y sincero, y reencontrémonos en lo que nunca deberíamos perder: los afectos mutuos y los sentimientos que compartimos. Respetemos la Constitución que es la garantía de una convivencia democrática, ordenada, en paz y libertad. Y sigamos construyendo todos juntos un proyecto que respete nuestra pluralidad y genere ilusión y confianza en el futuro".

Nueva etapa

En su abdicación, don Juan Carlos, dejó claro que se iba para dar paso a una nueva generación "dispuesta a emprender la regeneración y las reformas que la coyuntura actual está demandando". Felipe VI ha asegurado que se siente "querido y apreciado" por los ciudadanos. "Ahora nos corresponde a los españoles de hoy continuar la tarea de labrar nuestro mejor futuro; que empieza ya, que ha empezado ya", ha dicho.

En un momento en el que ha irrumpido con fuerza Podemos, un partido de nuevo cuño que cuestiona el pacto de 1978, el Monarca ha defendido que "afortunadamente, no partimos de cero, ni mucho menos". "Y, por ello -ha dicho- no debemos olvidar lo que hemos conseguido juntos con grandes esfuerzos y sacrificios, generación tras generación; que es mucho y lo debemos valorar con orgullo. Aunque también tengamos la responsabilidad de corregir los fallos y mejorar y acrecentar los activos de la España de hoy".

El Rey ha hecho hincapié igualmente, ahora que hay voces que lo cuestionan dentro del panorama político, en que España es una "democracia consolidada" y en que su futuro se enmarca dentro del proyecto europeo que es, ha advertido, el que "nos hace más fuertes, más competitivos y más protagonistas de un futuro de integración".

Dicho esto, ha señalado los que a su juicio son los grandes retos de este nuevo "tiempo político" y aunque no ha hablado de forma expresa de una reforma de la Constitución, como piden buena parte de los partidos, a excepción del PP, sí ha propuesto "poner al día y actualizar el funcionamiento de nuestra sociedad democrática y conseguir que los ciudadanos recuperen su confianza en las instituciones".

"Regenerar nuestra vida política -ha insistido- recuperar la confianza de los ciudadanos en sus instituciones, garantizar nuestro Estado del Bienestar y preservar nuestra unidad desde la pluralidad son nuestros grandes retos. No son tareas sencillas. No son retos fáciles. Pero los vamos a superar, sin duda". La confianza, ha rematado, es "la clave para recuperar el orgullo de nuestra conciencia nacional: la de una España moderna, de profundas convicciones democráticas, diversa, abierta al mundo, solidaria, potente y con empuje".

Don Felipe cerró su discurso felicitando la Navidad en los cuatro idiomas oficiales de España: Feliz Navidad, Eguberri on (Euskera), Bon Nadal (Catalán) y Boas Festas (Gallego).

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