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La familia Pujol, en el año 1979.
Los Pujol, una dinastía bajo la lupa

Los Pujol, una dinastía bajo la lupa

El cerco judicial se estrecha en torno a varios de los hijos del expresident cuando Oriol ya se aprestaba a tomar el cetro de su padre

cristian reino

Viernes, 25 de julio 2014, 20:07

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El club Bilderberg, la sociedad que mueve los hilos de todo el mundo, tiene una versión catalana. Son las 400 familias que desde hace años se cree que controlan Cataluña. Ostentan el poder político, financiero, cultural y deportivo. La llamada alta burguesía catalana que, según la ¿leyenda urbana?, lo decide todo en sus reuniones en el Liceo, La Caixa, el Palau de la Música o el palco del Camp Nou.

Una de estas dinastías, la familia con mayúsculas de la Cataluña de finales del siglo XX y de principios del XXI es la que forman Jordi Pujol, su esposa Marta Ferrusola y los siete hijos del matrimonio: Jordi, Marta, Josep, Pere, Oriol, Mireia y Oleguer. Presidente de la Generalitat entre 1980 y 2003, Pujol ha sido el hombre más poderoso de Cataluña durante tres décadas. Apartado desde hace 10 años de la primera línea, quien estaba llamado a ocupar su puesto, casi como si de una monarquía hereditaria se tratara, era su quinto hijo, Oriol Pujol Ferrusola, el único de sus vástagos que ha hecho carrera política. Empezando desde abajo, su ascenso fue progresivo y en diez años pasó por el ayuntamiento de Barcelona, por la Generalitat y por todos los peldaños de su partido, a secretario general de Convergència, el partido que fundó su padre en 1974.

Esa escalada hacia la sucesión de Artur Mas se frenó de golpe hace un mes, cuando decidió delegar todas sus funciones orgánicas en CiU, tras ser imputado por un delito de tráfico de influencias. Oriol Pujol declaró el martes pasado durante más de once horas ante el juez que instruye el caso ITV, ya que aparece en la investigación como «colaborador» de una supuesta trama corrupta. En su caso, podría decirse aquello de "de tal palo, tal astilla", porque el «aroma de la corrupción» (según expresión acuñada por Eligio Hernández, fiscal general del Estado entre 1992 y 1994 para referirse al expresident) siempre acompañó al apellido Pujol y a su Govern, pues no en vano una quinta parte de los consejeros que tuvo fueron imputados por presunta corrupción.

En la década de los ochenta, Jordi Pujol se enfrentó al sumario Banca Catalana. Fue imputado, aunque no llegó a ser procesado. Pero su trayectoria al frente de Banca Catalana, que acabó absorbida por lo que hoy es el BBVA, le dejó para siempre una estrecha complicidad con el poder económico. Además, durante sus 23 años al frente de la Generalitat, fue acusado, si bien nunca juzgado, de favorecer a sus hijos, a través de adjudicaciones públicas a las empresas en las que trabajaban, lo que dejó la impresión de que en el clan Pujol la línea entre la familia, la política y los negocios era muy delgada.

32 millones

Aunque llevan años coleando, los asuntos financieros de los hijos de Pujol han vuelto a colocarse en el disparadero mediático en las últimas semanas, a raíz de la investigación que ha emprendido la Audiencia Nacional de los movimientos de divisas de Jordi Pujol Ferrusola por importe de 32,4 millones en paraísos fiscales.

El patriarca afirmó hace un par de semanas que había una persecución contra él y contra su familia, que no tenía cuentas en paraísos fiscales y que ponía la mano en el fuego por sus hijos. Artur Mas atribuyó la supuesta campaña contra los Pujol a un interés del Estado por «destruir los símbolos políticos de Cataluña» para tratar de frenar el proceso soberanista. Lo que es un hecho es que a los hijos del expresident no les ha ido nada mal en los negocios.

Jordi, el primogénito, que ya en 1991 se benefició de un contrato público en el aeropuerto del Prat, es aficionado a los coches de alta gama, tiene cargos en una veintena de empresas y propiedades en Argentina y un hotel de lujo en México. La Audiencia Nacional investiga de cerca sus cuentas en 13 países. Su examante, María Victoria Álvarez, conocida tras reunirse con la presidenta del PPC, Alicia Sánchez Camacho, cuya cita fue espiada por la agencia Método 3, declaró a la policía y al juez que Pujol Jr. solía llevar con frecuencia bolsas llenas de billetes de 500 euros a Andorra.

A Josep, el tercero de la saga, también le ha sonreído la fortuna. El diario 'El Mundo' publicó recientemente que habría regularizado dos millones de euros con la amnistía fiscal aprobada por el Gobierno, aunque la cifra podría alcanzar los 22 millones. El enriquecimiento de Josep se disparó en 2002, cuando vendió su empresa de consultoría, Europraxis, que durante años se benefició de contratos del Govern, a Indra, por 44 millones. Al año siguiente, la compañía logró cuantiosos contratos de la Generalitat. En el caso de Oleguer, el hermano pequeño, dedicado al negocio inmobiliario, la cantidad amnistiada superaría los tres millones.

La hija mayor de los Pujol, Marta, también fue acusada durante años de recibir trato de favor de la Generalitat mientras gobernaba su padre. Su estudio consiguió media docena de encargos de obra pública de la Generalitat. La oposición socialista pidió continuas explicaciones en vano. Entre otras cosas, por su presencia en un viaje oficial que hizo Pujol a Argentina, Chile e Uruguay. En la comitiva estaba también otro de los hermanos, Pere, gerente de una consultora medioambiental, que fue denunciado de favoritismo por los contratos que la empresa recibió de la administración catalana. De siete hermanos, sólo hay uno, Mireia, la pequeña, exbailarina, que no es millonaria. Medio en broma, le llaman la mileurista de la familia.

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