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Jairzinho, el maestro de la favela
Reportaje

Jairzinho, el maestro de la favela

El único futbolista que ha marcado en todos los partidos de un Mundial imparte ahora clases de fútbol y de la vida a los jóvenes desfavorecidos que visitó el papa Francisco en Manguinhos

Ignacio Tylko

Jueves, 3 de julio 2014, 11:58

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Cada martes y jueves, el mítico Jair Ventura Filho, 'Jairzinho', cumple con su misión y acude a la favela pacificada de Manguinhos en Río de Janeiro, a la misma explanada donde el papa Francisco alentó a los desfavorecidos en la Jornada Mundial de la Juventud en 2013. Cerca de una gran refinería, en una zona de 261 hectáreas y casi 37.000 habitantes que tradicionalmente fue escenario de cruentas batallas a tiros entre narcotraficantes y policías, el viejo Jairzinho imparte clases de fútbol y, de la vida, a los chavales.

«Lo fui todo con el balón en los pies y siento que debo devolver algo. Vengo a mostrarles que el deporte y el esfuerzo representan unos grandes ejemplos para poder salir adelante», cuenta el único futbolista de la historia capaz de marcar gol en todos los partidos de una Copa del Mundo, sucesor de Garrincha en el Botafogo y en la 'Seleçao' e integrante de una 'Canarinha' de ensueño en México'70 junto a los Pelé, Tostao, Rivelino o Gérson. A sus 69 años, Jairzinho sufre problemas de sobrepeso pero dice que se desenvuelve con soltura entre casas habitadas a medio construir, toneladas de basura flotante y viejos electrodomésticos andantes.

«Sigo ligado al fútbol y lucho por formar hombres de bien, por la integración y el respeto». Invita a los jóvenes a soñar con lo que él hizo. «Jugar la final en el estadio Azteca en 1970 fue una maravilla», rememora este mito viviente que, tras retirarse como profesional, montó una escuela de fútbol donde, entre otros talentos, descubrió al 'Fenómeno' Ronaldo, «desde bien pequeño un jugador potente, explosivo y con unas condiciones físicas y técnicas extraordinarias».

Cuando uno se encuentra a Jairzinho junto al Centro Internacional de Prensa de Río, siente un cosquilleo especial. No por tópica, la pregunta es obligada. ¿Cuáles son los recuerdos más fuertes de ese Mundial de México'70? «Tengo recuerdos diarios cada vez que veo a los chicos en el campo de la favela, buscando un lugar bajo el sol dentro de la realidad del fútbol brasileño y mundial. Me siento una persona realizada porque mi obra fue acabada con éxito y muchos me consideran el mejor jugador de ese torneo. Estoy en la historia, soy el único futbolista que marcó en todos los partidos de una Copa. Fueron siete goles en siete encuentros, un hecho grandioso, inédito, glorioso para mi vida como jugador».

Piensa conservar ese récord, aunque se temía que estrellas como Messi, Neymar o Cristiano Ronaldo pudieran igualarlo en este certamen. Pero ya es imposible. No se queda en especial con ninguna de esas dianas porque cree, y más con el paso del tiempo, que «todos fueron importantes y contribuyeron al título brasileño y al desaliento de los rivales».

Existe una foto inolvidable en la que Jairzinho aparece junto a Pelé celebrando juntos y con el brazo levantado. «Ese gol de Pelé en la final supuso definitivamente el título y pudimos alzar la Copa Jules Rimet. Lo acompañé en esa pose, que es histórica, inédita, que está grabada en mi memoria y ha tenido una visibilidad global».

La amistad con Pelé

Niega Jairzinho que con el discurrir de los años se haya enemistado con Pelé por una cuestión de envidias. Todo lo contrario. «Los dos somos brasileños, hablamos durante los partidos entre el Santos y el Botafogo y sobre todo de la selección. Jugamos mucho tiempo juntos, competimos unidos en los Mundiales de 1966 y 1970 (Jairzinho también participó en el de Alemania'74) y tuvimos una gran relación que todavía mantenemos hoy. Nos vemos cuando él viene a Río o yo voy a Sao Pauo y Santos. La amistad no se ha apagado».

Brasil avanza en el Mundial pero las críticas a la organización y celebración del torneo prosiguen e incluso proceden de otras estrellas como Romario o Rivaldo. «No sé lo qué dijeron ellos, pero es tiempo de apoya, no se trata de destruir».

En el ámbito deportivo, un mito como Zico dice que este grupo de Luis Felipe Scolari no juega bonito. «Él tiene una opinión pero no puedo estar del todo de acuerdo», dice sonriendo. Fina ironía de este driblador extraordinario que jugaba al engaño como nadie. «Puedo sólo decir que faltan astros en el fútbol brasileño. En 1970 teníamos prácticamente once estrellas en el gramado (césped) y fuimos el único equipo con cinco '10' en sus equipos jugando juntos. Eso nunca volverá a suceder. El fútbol ha cambiado mucho. Antes éramos más ofensivos».

¿Cuáles son sus favoritos? «Brasil en primer lugar por el clima, la alimentación, el ambiente y la fuerza es nuestra hinchada. Otro de los puntos más importantes para la moral de un grupo fue la victoria ante España en la final de la Copa Confederaciones. Desde entonces somos un equipo firme, fortísimo, seguro de sí mismo y de su calidad. Colombia viene creciendo, Alemania es poderosa, Argentina tiene a Messi y unos deseos enormes... Todos saben que ganar el título en Brasil tendría una repercusión enorme y sería algo eterno».

¿Se teme entonces otro Maracanazo? «¡Qué manía de hablar siempre de eso. Después de aquello, hay que pensar en que Brasil tiene cinco Mundiales conquistados. De eso hay que hablar, de Neymar, de Oscar, de Fred...». ¡Vaya decepción la de España! «Era una de las favoritas, con un grupo consolidado y jugadores de talento y muy inteligentes. No era ya la misma selección de 2010, pero se esperaba mucho más».

Jairzinho vive feliz pero tiene un lamento inconsolable. Considera que los grandes clubes europeos fichan demasiado jóvenes a los futbolistas brasileños que despuntan. Los cambian el estilo, los desnaturalizan. Y eso lo acusa, a su juicio, el equipo nacional. «Los campeones en el 70 jugábamos casi todos aquí, con ese estilo alegre, ofensivo y desenfadado que nos caracteriza. Ahora, se tienen que acostumbrar a las formas de jugar de Francia, Inglaterra o España».

El genial Jairzinho disfruta aún con el fútbol de la calle, el de esos partidillos improvisados en la Rua Leopoldo Bulhoes de Manguinhos, en la 'Faixa de Gaza', en referencia a la zona homónima y violenta de Palestina. Muy cerca se dibujan las favelas de Coreia, Mandela y Amorim. En el límite con Jacarezinho se consume y comercializa 'crack' como si fueran pitillos.

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