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El «30» km/h: airbag del peatón y cuna de la nueva movilidad urbana

El «30» km/h: airbag del peatón y cuna de la nueva movilidad urbana

El cambio del límite de velocidad en todas las ciudades del país a través del BOE es el «mensaje altavoz» más potente que podría tomarse en el ámbito de la movilidad urbana

Por Ramón Ledesma, asesor de PONS Seguridad Vial

Martes, 10 de noviembre 2020, 15:33

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Tras casi una década de titubeos, el Consejo de Ministros acaba de aprobar la modificación del límite de velocidad en vías urbanas. La tradicional y única norma urbana de velocidad, el 50 km/h, queda atrás y deja paso a una escalera de tres límites donde el factor determinante es la infraestructura que fácilmente percibe el conductor: 20 km/h, si la vía donde se circula es una plataforma única de calzada y acera. 30 km/h, para todas aquellas vías con un solo carril en el sentido de circulación. 50 km/h, para el resto de vías.

La realidad indica que el 20% de las calles (las grandes avenidas) llevan el 80% del tráfico de la ciudad. Y, por el contrario, el 80% de las vías (el entramado de calles-barrio entre aquellas avenidas) apenas desarrolla el 20% del tráfico urbano. La nueva norma entiende esta realidad: garantiza «el pasar» de un lado a otra de la ciudad por las vías principales (50 km/h) y protege «el estar» en aquellas calles barrio donde el vehículo solo debe entrar puntualmente a estacionar o repartir.

El cambio del límite de velocidad en todas las ciudades del país a través del BOE es el «mensaje altavoz» más potente que podría tomarse en el ámbito de la movilidad urbana en estos momentos. Sus consecuencias pueden examinarse desde diferentes ámbitos.

Desde el punto de vista de la seguridad vial, los efectos son innegables. La ciencia indica que cuando un vehículo atropella a un peatón a 80 km/h apenas sobrevive el 5% de los peatones. Cuando lo hace a 50 km/h, sobrevive el 50%. Y cuando el atropello es a 30 km/h, apenas fallece el 5%. Debe recordarse que en España hubo en nuestras ciudades en 2019 519 fallecidos (un 6% más que en 2018). De ellos, el 85% vulnerables, sin carrocería (peatones, ciclistas y motoristas).

Desde el punto de vista económico, los Ayuntamientos venían realizando importantes esfuerzos económicos (pintura, señalización,) para calmar el tráfico. Siendo el límite único 50, su reducción puntual en determinadas zonas de la ciudad exigía su expresa señalización y «aspaviento» mediático. Cientos de euros ahorrados al erario público por la nueva línea del BOE.

En el ámbito de la formación de los nuevos conductores, debe recordarse que cada año más 700.000 personas se forman y obtienen su permiso de conducción. Hasta ahora todos ellos (y somos en total 27.000.000) estudiamos que el límite urbano es 50 km/h, poco sensible a las consecuencias del atropello humano. Los nuevos conductores nacen en la nueva doctrina, más protectora del peatón: el límite 30. Este se asumirá en la mentalidad de los nuevos conductores desde el primer kilómetro de conducción, con todo lo que ello supone.

La arquitectura de la calle queda también tocada por el nuevo límite de velocidad. Los gestores públicos de la infraestructura urbana deberán, por un parte, garantizar la efectividad del mensaje del BOE mediante medidas de calmado real del tráfico en estas vías. Y, por otra, contarán con mayores posibilidades de «generar» nuevos espacios para la ciudad donde el factor riesgo automóvil no marque el único criterio decisor.

El mundo de las dos ruedas eléctrico (patinetes, bicicletas y ciclomotores eléctricos) queda también afectado. El conjunto de estos vehículos de dos ruedas se caracteriza por ver limitada su velocidad por el diseño del vehículo o aparato (25 o 45 km/h). El nuevo límite 30 garantiza un tráfico general mucho más calmado, dotando a estos vehículos de posibilidades infinitas en su desarrollo al garantizarse la seguridad de su utilización.

Como puede observarse, la aparente y sencilla medida del cambio del límite de velocidad urbana trae un conjunto de consecuencias transversales de las que no pueden deducirse muchos inconvenientes y si, por el contrario, todo un cúmulo de ventajas. Para los que teóricamente pueden argumentar quizás la pérdida/restricción de derechos de los conductores recordar que la velocidad media dentro las ciudades apenas llega a los 15 km/h. No parece, por tanto, que un límite 30 venga a restringir ningún derecho o destrozar muchos «tiempos de recorrido diarios«. Es más, según recoge el IX Estudio PONS de Movilidad 2020 cerca de un 65% de ciudadanos reclama la pacificación de las calles con una menor velocidad en el centro de las ciudades. La sociedad, por tanto, se muestra preparada y dispuesta a un cambio de paradigma en las prioridades que la nueva movilidad exige para poner en el centro de las políticas públicas de movilidad, tras décadas de predominancia del vehículo de cuatro ruedas, al ciudadano-peatón.

Para los que vemos claramente positiva la adopción de esta medida, el resumen parece claro: la ciudad instala un gran airbag a los peatones que permitirá pacificar la ciudad, hacerla más sostenible y sin duda, más segura.

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